Fallece el Profesor Camilo Montalbán: Crónica para darte las gracias

A Camilo Montalbán lo conocí y me dio susto. Y es que el tipo tenía cara de enojo y yo, en el cuarto medio del Liceo Santiago Bueras y Avaria no entendía el por qué. No comprendía por que aquel señor de la Unidad Técnica Pedagógica (UTP) andaba con cara de enojado casi siempre. Las razones las entendería algunos años después, cuando ese señor de cara enojada me adoptaría como su amigo. Un amigo con varios años de diferencia.

La segunda vez que mi camino se cruzó con el de Camilo Montalbán fue en la Radio Eme. Camilo ya no estaba en la UTP del Bueras. Ahora mandaba en una radio de Maipú donde mi escuela de periodismo arrendó un espacio para hacer un programa. Yo era un alumno que llegó entusiasmado a los estudios de la Radio Eme a hacer sus primeras armas. Y ahí estaba ese caballero. Y su cara era otra. Ya no había enojo. Se nota que disfrutaba lo que hacía.

Y luego se me ocurrió hacer un medio de comunicación online en Maipú y me ofrecí en la radio para hacer un noticiero. Los espacios radiales se arrendaban, pero Camilo vio que podíamos hacer una alianza. Él tendría noticias en su radio y yo tendría periodismo en mi vida. 

Camilo -ya lo dije- me aventajaba por más de 35 años, pero no dudó en ofrecerme una oficina para mi diario dentro de su radio. Lo recuerdo claro, construyendo un tabique e instalándome una puerta. Yo tenía 21 años y mi amigo me regalaba un pedazo de su espacio. Y lo hacía sin cobrarme ni un peso.

En la Radio o tomándonos un café fue que conocí al verdadero Camilo Montalbán. Entendí que su cara de enojo en el Bueras era porque a esa UTP lo había mandado el Alcalde de la época: Roberto Sepúlveda (UDI) en calidad de castigado. Porque el Camilo era Director del Liceo Maipú, donde por años hizo clases de historia. Luego fue «exonerado». Usaba esa palabra. «Fui el primer exonerado por Roberto Sepúlveda», decía.

Al son de una taza de café lo escuché por horas mientras respondía todas mis preguntas. Porque el Camilo te hablaba de historia del mundo, de Chile y de Maipú. Nadie como él a la hora de analizar La Batalla de Maipú. Escribió varios libros al respecto. Porque el Camilo era Profesor, Magister en Educación e Historiador. Pero ante todo era un maestro. Y era generoso con todo lo que sabía

Mientras lo conocí aprendí a mis 21 años de política, historia y de la vida. Cuando escribí mis primeras columnas atacando a personajes de Maipú, recuerdo que siempre decían, en modo despectivo, que el Camilo me mandaba a hacerlo. Y él se reía: “el pendejo tiene vuelo propio”, decía.

A mí me dolía que no me reconocieran el mérito. Decían incluso que Montalbán era mi papá. Algunos fueron más lejos y dijeron que yo era “su invento”. Con los años, y al conocerlo más, nunca más sufrí. Cada vez que me relacionaron con él, sentí orgullo. Porque el profesor era un tipo culto, que amaba a su familia y que se construyó en Guanaqueros un refugio para mirar la vida pasar lento.

El Camilo está muerto me dijeron anoche a través de una llamada. Yo estaba en primera fila del Festival de Jazz de Montreal, escuchando a Pascuala Ilabaca y la lluvia me pegaba fuerte en la cara. En ese escenario me enteré de su partida y sentí pena, pero también encontré simpática la coincidencia. Es que Camilo Montalbán aparte de saber de mil cosas tenía un gusto musical exquisito. 

A él le debo también varias canciones de mi playlist en Spotify. 

Y no. No quiero que este texto suene como el típico homenaje al que ha partido. Ese donde “el muerto” siempre es bueno. El Camilo era de enojos profundos y un enemigo implacable. Pero siempre con fundamentos. Quizás por ello fuimos amigos tantos años. Siempre tuve claro que no querría estar en la vereda del frente. Y siempre lo quise a pesar de cualquier enojo que pudiéramos tener.

Lo rememoro y recuerdo que me incluyó en varios proyectos que se adjudicó y me pagó buenos honorarios. Sabía que yo tenía una familia grande y nunca escatimó en invitarme a comer o tomar un café. Siempre me preguntaba por Luna, Maite, Ema y Facundo y hablaba con orgullo de Camila, Eduardo y Rosana, sus hijes.

Camilo Montalbán y «los huevones del 15»

Hoy no está y me declaro triste, porque siento que le debo tanto y que nos faltó tanto por conversar. Durante algunos años nos juntábamos con Sergio Benvenutto, Germán López, Alejandro Almendares, Renzo Celedón y Pedro Lavanderos a tomar café en el Spacio 1 del Paradero 15. También iba Felipe Moraga y Hernán Calderón, entre varios otros. Hablábamos de política, fútbol, religión y de la vida. Puros temas prohibidos y nos apasionábamos en discusiones. Nos decían “Los huevones del 15”. Los exConcejales Richter o Donoso, la diputada Mix, se encuentran entre sus exAlumnos.

De esas reuniones salieron operaciones políticas, candidatos y varias autoridades. En esa mesa aprendí a discutir y debatir. Era el más joven y me nutrí de cada historia y comprendí mucho de la política comunal desde el retorno a la democracia. Muchos creían que éramos unos ociosos, cuestión que Montalbán asentía. «Somos ociosos, pero en el sentido griego de la palabra», nos explicaba. Dueño de un sentido del humor exquisito siempre que era emplazado ponía su mano y te decía «mira como tirito conchetumadre», desatando las risas de los presentes.

Y acá estoy. Arriba de un auto mientras viajo a la casa de mi hija. Voy escribiendo en mi notebook. Y nada de lo que me sale le hace honor al profesor. Lo recuerdo tanto y ya lo extraño. Cuando hace un tiempo lo llamé porque supe que estaba enfermo me confesó que estaba solo en Guanaqueros.

“Soy como los osos. Me gusta internarme solo en el bosque y lamer mis heridas para sanar”, me confesó. También me contó tiempo después que era vegetariano. Le dije que lo lamentaba pues, cuando lo visité en su casa de Guanaqueros, me recibió a las 8 AM con pan amasado hecho por él y recién horneado y con mariscos y pescados que nos cocinó con cariño.

Me recuerdo el año 2006 dando un examen apurado en la escuela de periodismo y volviendo en una micro a Maipú. Ese día entrevisté a Michelle Bachelet en la radio. Dentro del locutorio habían canales de TV que se habían colado. Estaba sentado ahí porque el Camilo consiguió la entrevistada pero me cedió a mi la posibilidad de hacer la entrevista.

Lo recuerdo haciéndome preguntas de WordPress, porque era inquieto y le gustaba solucionar a él las cosas. O cuando conversábamos del amor que nos había nacido por hacer muebles o maestrear. Me contaba que le permitía pensar en otras cosas. Y yo lo entiendo. Porque Montalbán pensaba mucho

Sus últimos años lo encontraron en Guanaqueros, donde iba a mirar el mar y disfrutar de la soledad y la escritura.

En fin. Se fue Camilo Montalbán y Maipú pierde a un tipo que me enseñó que “no se puede amar lo que no se conoce”. Así explicaba él su amor por Maipú y su permanente estudio de la historia de la comuna. 

Buen viaje profesor. Y desde esta tribuna y en nombre de todo el equipo LVDM condolencias a tu familia. En lo personal te extrañaré, pero me quedo con todas tus enseñanzas. Que fueron muchas. Gracias por todo.

VIDEO: Camilo Montalbán habla sobre historia de Maipú

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Nicolás Aravena

Fundé La Voz a los 21 años. Dicen que escribo bien, me apasiona la política, fotografía y entender el mundo que habitamos. Dejé de fumar hace poco, hago chistes malos y bailo pésimo

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