Opinión: La fallida negociación para tener candidata /o única a la alcaldía de Maipú

El diagnóstico, entre las fuerzas de centro izquierda de la comuna, es totalmente compartido: la alcaldía de Cathy Barriga ha significado -para la comuna- un daño patrimonial enorme. Tan grande, que aún nadie puede cuantificarlo con certeza.

También están de acuerdo, en que es urgente enfrentar unidos y unidas la elección municipal. Con la decisión de Partido Ecologista Verde (PEV) de llegar con Viviana Delgado a la papeleta de abril, se hace menester converger en un nombre, que congregue mayorías y voluntades. Y todos los partidos a nivel comunal lo saben.

Y llevan semanas hablando y haciendo reuniones. Analizan la política local, y suelen llamar a la unidad: pero siempre en torno al candidato o candidata que ellos representan.

Como si de un baile de máscaras se tratara, buscaron con ahínco ponerle fechas a unas primarias ciudadanas, que no terminan de cuajar. Menos ahora con el retroceso a fase 2 producto de la pandemia del COVID-19. Se habló del 29 de noviembre, luego del 13 de diciembre y también del 20 de este mes, como fechas posibles para dirimir al elegido o elegida.

Se dijo que debían firmar un documento notarial, donde se comprometieran a ponerse detrás del candidato o candidata que ganara esas primarias -no legales- pero ciudadanas. Cotizaron la impresión de los votos, y se consiguieron hasta lugares para llevarlas a cabo.

Sin embargo, mientras los comunales negociaban la mejor fórmula para dirimir las diferencias, muy lejos de las reuniones, las directivas nacionales negociaban el país entero.

Y ahí quedaron los vehementes candidatos del PS, quienes se declaraban en rebeldía, pero bastó que su partido no pusiera -en la conversación de los de arriba- prioridad a Maipú, para que sus proyectos quedaran disueltos.

Y abajo aseguran que se revelarán. Que esto no puede ser y se levantan operaciones políticas y comunicacionales. Y todos los días los medios recibimos el reporte de las negociaciones, que siempre tiene variaciones, en función de quien te cuente la historia.

Pero al final de todo, lo cierto es que Viviana Delgado (PEV) llegará a la papeleta y que Tomás Vodanovic (RD) ganó una primaria legal -votos más o votos menos- dentro de lo que queda del Frente Amplio.

Y por el lado de la exNueva Mayoría, el PRO y el PC, además del PH siguen quedando en pie los nombres de Alejandra Bustamante (DC), Freddy Campusano (Independiente por el PRO), Jorge Oyarce (PH) y el concejal Ariel Ramos (PC).

Entre ese último grupo deberán ver como reducir la lista a un solo nombre si alguno quiere tener chances reales de conseguir la alcaldía de Maipú. Aunque en ese listado se infiere el consabido riesgo que el PH decida salirse y correr con colores propios.

Campusano y el PRO no aparecieron en las reuniones que se hicieron en Maipú. Al menos no en las últimas. A sabiendas tal vez, que la candidatura no se jugaba en ese espacio, sino que arriba. Y atrás van quedando los debates barriales, donde se escucharon toda clase de promesas y diagnósticos comunales.

Al final del día, un grupo de candidatos y candidatas se acuestan convencidos que Maipú está mal y que la única solución posible pasa por ser ellos mismos los alcaldes o alcaldesas.

Al final de la jornada, Maipú no renace y los narcos campean a sus anchas. Y el agua corre libre, ante una sanitaria municipal que se cae a pedazos. Y cientos de trabajadoras y trabajadores en el municipio, comienzan a recibir cartas y/o llamados que les anuncian que pasarán a engrosar las estadísticas de la cesantía en el país. Porque el municipio ya no tiene plata.

Y mientras tanto, en Maipú, pero muy lejos de la realidad, un grupo de políticos locales llevan semanas buscando llegar a un acuerdo, para el cual no están facultados. Porque, aunque les duela, y aunque nos duela, Maipú en la alta política, es sólo una comuna más. Una enorme, que vale por siete pequeñas, en el juego de poder que la elite hace lejos del mundo narco, SMAPA y los funcionarios y funcionarias que hoy comienzan a quedar cesantes.

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Nicolás Aravena

Fundé La Voz a los 21 años. Dicen que escribo bien, me apasiona la política, fotografía y entender el mundo que habitamos. Dejé de fumar hace poco, hago chistes malos y bailo pésimo

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