Todo comenzó cuando a Alejandra Alvarado, precursora de la fundación, le dijeron que su hijo Tomas de 10 años tenía autismo severo y que sus habilidades lo llevarían, cuando mucho, a poder integrar una escuela especial. “Se me rompió el corazón. La neuróloga del Hospital Calvo Mackenna que lo diagnosticó me recomendó una escuela acá en Maipú. La fui a ver y no podía parar de llorar, era lúgubre y me daba mala energía”, recuerda Alejandra.
Para ella fue complicado volver a ponerse de pie luego de ese diagnóstico lapidario. Tal vez eso la motivó a dejar todo y dedicarse por completo al cuidado de su hijo. Luego de un esfuerzo de años y de realizar adaptaciones en la casa para facilitarle el aprendizaje a Tomas, Alejandra Alvarado le enseñó a su hijo a leer, a escribir, a andar en bicicleta y a jugar a la pelota. “Y ahora, orgullosamente, te digo que mi hijo está en segundo medio en un colegio regular”, relata, y agrega que «si todas las mamás actuáramos igual, yo te aseguro que no habría ningún niño con autismo severo».
Entusiasmados por ese rotundo progreso, Alejandra Alvarado y su pareja, Rodrigo Moya, decidieron dar vida a la Fundación AdolescenTEA en Maipú el 6 de agosto de 2021. Los métodos de terapia que siguen han sido, según explican desde la fundación, son casi inexplorados, al menos en la comuna.
Los métodos de la fundación
“La experiencia es sumamente innovadora, el proyecto de la fundación es bastante revolucionario, en el sentido de que nosotros estamos estableciendo un taller de habilidades sociales de manera más profunda y orientado en adolescentes”, cuenta Guido Suazo, psicólogo de AdolescenTEA.
María José Rodríguez, terapeuta ocupacional de la fundación, agrega que “la diferencia de estos talleres con una clínica, es que aquí se puede ver en terreno cómo trabajar las habilidades sociales. Es diferente trabajar de profesional a usuario, encerrados los dos, que trabajar entre muchas personas en un grupo. Favorece el poder comunicarse juntos trabajando la empatía, las emociones, temas que son muy importantes y relevantes, sobre todo en la adolescencia”.
Dos parejas de padres que asisten a la fundación todos los domingos concuerdan con los profesionales. “Por las redes sociales nos enteramos de que Alejandra estaba formando esta agrupación, que lo interesante que tenía era el trabajo con habilidades sociales. Y en adolescentes, porque no hay trabajo con adolescentes”, cuenta una madre.
Rodrigo Moya, fundador de AdolesenTEA, agrega que «La mayoría de las terapias en los centros llegan hasta los 10 u 11 años, de ahí ya no saben qué hacer con los chicos. Nosotros cubrimos niños, adolescentes y personas de 19 en adelante, entonces abarcamos un campo bien amplio”.
Según relatan los apoderados de los jóvenes TEA, nunca habían visitado un lugar en el que les dieran la esperanza, a partir de los avances de sus hijos, de que en algún momento ellos podrán ser independientes y llevar su vida como cualquier persona. “Nuestra idea es que los chiquillos puedan tomar la micro, salir, incluso estamos pensando en que puedan ir a un pub, que se vayan a divertir, que tengan un trabajo y puedan formar una familia”, dice la Alejandra Alvarado.
Para ello, desde la fundación han empleado un mecanismo de trabajo en terreno, de experimentar emociones que surgen a partir de la interacción real entre personas de edades similares y de poder identificar, empatizar y expresar las emociones que sintieron.
“Para nosotros es sumamente importante llevar el taller al terreno: con tareas, con información que nos ayude llevar todo esto que aplicamos en el taller, a la casa. Porque es ahí donde el trabajo de las habilidades sociales trasciende al campo clínico o del taller y se lleva a la vida, porque las habilidades sociales se presentan en el día a día”, cuenta Guido, psicólogo de la fundación.
“Una muy buena experiencia que tuvimos acá, es que los chiquillos armaron una sesión de cine. Cada uno de ellos tenía un rol. Había una confitería donde había un chico que tenía que vender. Todos tenían que comprar su entrada. Otros estaban encargados de la proyección de la película», cuenta un apoderado.
«Tuvieron que desarrollar sus roles sí o sí, era su responsabilidad, no podían no hacerlo. Ya no estamos suponiendo, estamos haciendo. Yo nunca había visto esto antes. Era súper parecido a que si tuvieran un trabajo, que es una situación a la que se van a tener que enfrentar, porque en algún momento ellos se tienen que liberar de los papás y para eso tienen que trabajar”, agrega.
Los apoderados concuerdan en que sus hijos han tenido progresos plausibles desde que ingresaron en la fundación. Se sienten más empoderados con su rol de jóvenes y se identifican en su el grupo, lo que les favorece a su autoestima, indican.
“En una actividad del año pasado, José, un integrante, se sintió empoderado. Y para que un niño TEA hable en público…José fue de los últimos en hablar y dijo algo que a mi me marcó mucho, que fue algo como: al fin hay un grupo donde siento que encajo, no soy el raro del grupo”, dice un padre.
Fundación autogestionada
Debido a que la fundación es autogestionada, los recursos con que cuentan son limitados y ha sido necesario el compromiso de los apoderados para poder llevar adelante el taller junto a las actividades que contempla. Hacen rifas, ocupan sus casas para guardar los materiales que usan en las sesiones, entre todos pagaron una piscina dos veces a la semana para desarrollar clases de natación durante el verano, hacen clases de yoga al aire libre en el Cerro 15, y el espacio que ocupan para desarrollar las actividades del taller los domingos es una sede social prestada ubicada en Monte Tabor.
«lo importante, que es por lo que necesitamos un espacio propio que sea un poco más grande y que tenga salas que podamos distribuir, es que aquí se hacen evaluaciones y no todos los chicos tienen desarrolladas las mismas habilidades sociales. Entonces hay algunos chicos con los que necesitamos trabajar un par de meses para hacerles terapias individuales y para que puedan después integrarse al grupo. A todos esos chicos los estamos perdiendo por un tema de espacio», dice el fundador.
Un apoderado añade que «Podríamos beneficiar a muchas más familias de toda la comuna de Maipú, e incluso las más cercanas también, pero dónde, ese es el tema».
A pesar de estas complicaciones, la locación del taller y el precio que deben pagar por el trabajo favorecen mucho las posibilidades de las familias que llegan hasta la fundación.
«Lo bueno también es que es terapia accesible, porque es de bajo costo. Acá, es grupal, que necesitamos que sea en grupo, trabajan con varios profesionales al mismo tiempo y además el costo es más bajo que en otros lados. Y lo más importante es que los estás preparando para la vida«, cuenta el padre de un joven que asiste a la fundación.
Entre apoderados y fundadores están desarrollando una diversidad de proyectos, entre los cuales hay uno presentado al Departamento de Tránsito de la Municipalidad de Maipú, que consta en hacer calles inclusivas. Andrés, uno de los apoderados, hizo una presentación con fotomontaje a la municipalidad en la que estuvo presente el alcalde.
«No implica un gran costo. Es hacer una plantilla, ponerla en el suelo, en alguno pasos peatonales, no en todos, y pintar. Básicamente son iconografías, porque los chicos de nosotros son muy visuales. Entonces es una señalética especial que a ellos les indique cuáles son los pasos para cruzar la calle«, comenta.
Desde el municipio dijeron: «Como Municipalidad de Maipú nos hemos reunido con la Fundación AdolescenTEA, de parte de nuestra Dirección de Tránsito y la Dirección de Desarrollo Comunitario, ambas con ánimos de recibir sus inquietudes y buscar soluciones».
«Respecto a la solicitud del proyecto de señaléticas de tránsito que favorezcan la comprensión de las personas TEA, este se encuentra en etapa de evaluación y se está trabajando en un piloto, que será presentado en el mes de mayo. Respecto al comodato, se ha levantado el requerimiento, pero es un procedimiento que requiere más tiempo de estudio y protocolos que cumplir para su ejecución. Sin embargo, para apoyar el funcionamiento de la Fundación durante este periodo, se ofreció un espacio dentro del Centro Comunitario de Inclusión y los buses de acercamiento respectivos, para ser utilizados por la Fundación«, concluyeron.
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