[dropcap]G[/dropcap]loria Requena habló con El Mercurio sobre la denominada ley de los encapuchados. En la página web del “decano de la prensa chilena”, se leen comentarios de los lectores, quienes la acusan de falta de calle, mucho ego y poco aporte. Acá les dejamos la entrevista textual. ¿Qué opina nuestro lector?
Con ustedes «la primera dama de la seguridad ciudadana en Maipú»
La directora ejecutiva de la ONG Activa asegura que el sistema de partidos debe ser reformado en profundidad porque los parlamentarios no pueden estar resolviendo temas en los que defienden sus propios intereses. Asegura que los encapuchados se pueden erradicar hoy sin necesidad de cambiar la ley.
La mayoría de las notas de prensa sobre marchas estudiantiles terminan en la cantidad de encapuchados detenidos y los daños provocados a la propiedad pública y privada. Lo mismo pasa con las tomas de carreteras por parte de comunidades indignadas y en donde se reseñan los enfrentamientos posteriores con Carabineros.
Pero detrás de eso, hay algo de fondo: la decisión de los chilenos de hacerse escuchar utilizando lo que muchos expertos consideran debiera ser el último escalón de la participación ciudadana, es decir, antes de salir a la calle debieran recurrir a otros recursos como el plebiscito ciudadano.
Gloria Requena, licenciada en Educación con especialización en conflictos armados, violentos y gestión de crisis de la Universidad Oberta de Cataluña, no duda ni un minuto en asegurar que si la participación ciudadana no alcanza una mejor expresión –la que tampoco se concreta a su juicio, en las votaciones populares- se está empujando a una crisis de gobernabilidad.
Actual consejera regional metropolitana, coordinadora de seguridad ciudadana en la municipalidad e Maipú, y directora ejecutiva del la ONG Activa, Gloria afirma que la ley de encapuchados que se tramita resulta demasiado discrecional.
-Desde el retorno a la democracia se habla mucho de participación ciudadana, ¿en qué estado estamos?
“Tenemos que decir que hay algunos avances. Hay algunas lógicas importantes que se han dado como generar una nueva ley de participación ciudadana que garantiza a los grupos intermedios de la sociedad, medianamente organizados y a los ciudadanos, una acción de participación. Eso se verifica en que puedo hacer solicitudes a la autoridad, puedo evaluarla y participar de políticas públicas, todo a nivel local, como los plebiscitos comunales”.
-¿Quedó esto en el papel o la gente lo está ejerciendo?
“Poquito, pero lo está ejerciendo. Están los consejos de la sociedad civil que se comenzaron a instalar en los municipios y a ellos el alcalde les tiene que rendir cuenta y ellos lo aprueban o rechazan. Esto ya es un paso importante, porque antes no le daban cuenta a nadie.
“Además, en el caso del plebiscito para la educación que se negó porque no estaba contemplado en la ley, si se hubiese querido hacerlo en las 334 comunas del país, se podría haber hecho. Y con ello se podría haber obligado al Gobierno, pero se habría hecho por otra vía”.
-Si se habla de participación ciudadana, hoy se lee eso como participación en las calles.
“Esa es la lectura de hoy, porque el tema es que lo que se entiende por participación, la ciudadanía no la entiende como tal. Hoy, los partidos políticos son menos del 8% de la población, pero son los que comandan, toman las decisiones y quienes en definitiva deciden lo que pasa; no es la ciudadanía. Ella como contraparte sale a las calles y exige desde las calles como Hidroaysén, Freirina y desde ahí emplaza a la autoridad para que modifique ciertas políticas o actúa de cierta manera presionado por esta expresión social. Lo lógico sería que hubiera un canal de participación formal”.
-¿Y no pueden ser los partidos ese canal?
“No, los partidos políticos no son el canal, evidentemente”.
-¿Por cómo está la clase política, o no debieran ser?
“No debieran ser el único canal en lo teórico, porque deben haber otras expresiones más allá de lo político partidario. Ahora, no son la expresión porque hoy no se representan más que a sí mismos. Un porcentaje mínimo de la población milita en ellos y si vamos al ADN podemos ver que no están todos los grupos representados, son mayoritariamente hombres, con muy poca participación de las mujeres en las cúpulas, etc. O sea, no son representativos de la sociedad”.
-¿Qué es primero, el huevo o la gallina? ¿Los partidos fracasaron porque la ciudadanía no participa en ellos o viceversa?
“Los partidos fracasaron en el minuto que no fueron capaces de levantar las demandas que la ciudadanía les había mandatado. Si se ve que alguien quiere avanzar hacia allá, y hace rato le estoy diciendo que ir por acá, en el sentido contrario, entonces, evidentemente, agarro mis cosas y me voy por donde quiero ir. Eso es lo que está pasando”.
-Eso ha llevado a la ciudadanía a la calle.
“Sí, la ciudadanía salió a la calle. Además hoy, con el sistema que se está utilizando, donde me colocan candidatos que no son representativos, agudiza el problema”.
-¿La calle no debiera ser el único camino de expresión de la ciudadanía?
“La calle debiera ser último camino de expresión ciudadana porque se debiera garantizar como gobierno y Estado, caminos de participación dentro del marco legal que no es la calle. Hay países que han avanzado en esto como Perú con la iniciativa legal ciudadana. Si la gente quiere presentar una ley, en otros países latinoamericanos lo puede hacer y aquí no. Tampoco está el plebiscito, entonces, hoy, estamos empujando a una crisis de gobernabilidad.
“Esto no se puede leer de otra manera porque hay autoridades poco legitimadas, partidos poco creíbles, en el último lugar de valoración y donde hoy, la única forma de hacer valer mis derechos es la calle. Eso lleva una crisis de gobernabilidad.
“Hoy, todo lo que se está haciendo apunta a destruir la cohesión social. Es urgente tener una Constituyente”.
-¿No debe ser el Parlamento quien piense en una nueva Constitución?
“Es que el Parlamento no es representativo porque los diputados y senadores no han sido elegidos en un sistema abierto de participación ciudadana, sino en un sistema, el binominal, que presiona que determinados grupos estén representados. Hay una serie de condicionantes que hacen dudoso que ellos puedan representar lo que la ciudadanía está esperando. Esto es una contradicción”.
-Una contradicción que se salva en las urnas con la gente yendo a votar y no absteniéndose.
“Sí, pero votan por quién, si no se tiene la opción de decidir quiénes son los candidatos, por eso era necesario las primarias. Aquí se entra en otro vicio y que no se puede legislar cuál es la ética de los partidos, hay que revisar si es prudente que quienes tiene cargos de representación popular estén en las cúpulas; ellos deciden respecto de algo en lo que son incúmbete. Y eso es un conflicto de interés evidente que explica el fracaso de las primarias. Se deben separar las aspiraciones personales de las aspiraciones políticas del conglomerado”.
-Tu crítica aplica para la elección de los parlamentarios, ¿pero qué pasa cuando en un sistema proporcional, como la elección de los alcaldes, se produce un 40% de abstención o más en varias comunas?
“Sí, pero la ciudadanía está más contenta con ese proceso que con cualquier otro. La abstención se debe también a otros procesos que se dieron en el camino como eliminar la educación cívica de los colegios por lo que la conciencia de la participación en las votaciones populares se perdió. Y además, instalamos el voto voluntario.
“Creo que este ejercicio de votación no fue el más relevante, creo que el presidencial nos permitirá ver cómo se comportan los chilenos”.
-¿No eres partidaria del voto voluntario?
“No, no lo soy en estas condiciones. Lo soy en otras condiciones, debió haber un voto obligatorio con inscripción obligatoria y haber transitado paulatinamente al voto voluntario. El voto voluntario es un buen sistema cuando existen otros canales o herramientas de participación. Hoy tenemos un ciudadano altamente frustrado que dice ‘para que voy a votar sí está todo cocinado’. Esto es la panacea para que grupúsculos absorban el poder.
“Hoy, los candidatos independientes que se inscriban tienen altas posibilidades de ser electos –no todos obviamente- y eso demuestra que la gente no está validando lo que está institucionalizado y está buscando alternativa, lo cual me parece bien, siempre que éstas permitan la conducción y la gobernabilidad”.
Gloria Requena ocupó el cargo de jefa de la Dirección de Seguridad del Ministerio del Interior en el gobierno de Michelle Bachelet. Con esa experiencia levanta la voz contra la ley de encapuchados que se tramita en el Congreso.
-Los encapuchados han sido un elemento disruptivo en este contexto de participación ciudadana.
“Aquí hay dos temas. Tienes los que utilizan una concentración masiva donde hay descontrol para cometer delitos; eso es hampa. Hay otro grupo que, sin ser delincuentes, utiliza la violencia como canal de expresión.
“Lo que me sorprende es que las imágenes muestran 200 encapuchados y el detalle de los detenidos habla de dos. Me pregunto qué está pasando con el control policial. Al final son los mismos, en sectores determinados”.
Gloria llama a distinguir la presencia de encapuchados en manifestaciones ciudadanas, de aquellas que tienen algún contenido político como el Día del Joven Combatiente. “Si uno va a las poblaciones los días previos ve que lo que está pasando de político no tienen nada, estas manifestaciones son utilizadas por elementos del hampa y narcotráfico para preparar soldados, probar armamento, probar la capacidad de la policía, son entrenamiento”, dice.
“No podemos condenar el movimiento social porque no existe un efectivo plan policial para contener a los encapuchados”, agrega.
-¿Se les puede erradicar?
“Debe haber un mejor procedimiento policial, y un mejor procedimiento de detención y encausamiento. Si uno ve a 200 personas destruyendo mobiliario, esperaría tener 200 detenidos al término de la marcha y un número alto pasados a fiscalía y no 4 o 10 personas como ocurre hoy”.
-¿Qué te parece la ley de encapuchados?
“Es una mala, muy mala ley porque lo que hace es criminalizar el movimiento social; el sólo hecho de cubrirme supone una presunción de que me preparo para cometer un delito. O sea, se presume la culpabilidad de una persona sin que haya verificado ni siquiera en el grado de tentativa el delito que se le imputa. Por el sólo hecho de caracterizarme de una manera determinada podré ser detenido”.
-¿Por qué en una marcha deben haber encapuchados?
“Todo depende de lo que se entiende por capucha. Creo que el que tienen algo que decir lo debe decir de frente, pero la ley propuesta no distingue y si voy con una máscara de algún ministro o disfrazado me pueden considerar encapuchado. El sólo hecho de estar encapuchado no puede ser considerado acto delictivo”.
-¿Cómo se erradican los encapuchados?
“Es sumamente fácil: se detiene a las personas que estén cometiendo un delito o se preparaban para ellos como lo exige el Código Penal, ya sea en grado de tentativa, como ver a la alguien con una bomba molotov en la mano. La actual legislación es suficiente, el tema es por qué pasan tan pocos al Ministerio Público”.