El Presidente Piñera decía en el programa Bienvenidos de canal 13: “No estamos diciendo que la nueva normalidad va a ser ahora, nos estamos preparando para el retorno seguro”.
El viernes 24 de abril, el Mandatario afirma “que lo último que queremos hacer es crear falsas confianzas o triunfalismos absurdos”.
Acto seguido el Ministro Mañalich dice que “el coronavirus no nos va a ganar, vamos a ganar nosotros y tendremos un mejor Chile después de esta pandemia”.
El Mandatario y su concepto de “nueva normalidad” ha sido fuertemente criticado desde oposición y oficialismo, ya que sin llegar al peak de los contagios, entrega mensajes contradictorios, donde refuerza el uso reglamentado de mascarillas y distanciamiento social, pero por otro lado entrega anuncios que son tomados como un respiro de las medidas de cuarentena y protección sanitaria.
Los desaciertos comunicacionales del Presidente y su Ministro de Salud han sido muchos, casi semana tras semana se suscitan nuevos episodios.
A pesar de todas las frases desafortunadas, las estadísticas preocupantes de la crisis sanitaria (el mismo mandatario dijo que el desempleo superaría el 10%) y las medidas impopulares y muchas veces ilógicas (como el retorno a clases), el gobierno sube en su aprobación, en especial el mandatario.
Los grandes medios en esto cumplen un rol secundario pero muy relevante, ya que permiten blanquear y posicionar liderazgos, como hemos visto en estos días, en el desfile mediático de alcaldes, legisladores y por cierto, el mismísimo Ministro de Salud con sus informes diarios y el Presidente con las cadenas televisivas.
Pese a los constantes errores y medidas más que criticables del gobierno, el impacto en la opinión pública no ha sido negativo. Ese rechazo evidente del 6% por el estallido social, hoy se transforma en un 25% de aprobación, subiendo inclusive la gran mayoría de los ministros.
Cathy Barriga, a pesar del impass con Mañalich, se presenta como la segunda figura política con mayor aprobación (52%) después del presidenciable Joaquín Lavín (72%).
El caso de Maipú es lisa y llanamente sorprendente, donde una persona con un pasado televisivo vinculado al mundo del espectáculo y ligada a una familia de derecha conservadora afirme “que me sancione la Contraloría, me da lo mismo.
Nos referimos a la misma persona que fuera Consejera Regional y ahora primera autoridad comunal, sancionada con un 10% de su sueldo y con una «anotación de demérito» por mal uso de recursos municipales, que trata de “basuras” a concejales de oposición.
La misma persona que, entre otras acciones de conocimiento público, informó el deceso de una vecina de nuestra comuna, aprovechando la amplia cobertura mediática en tiempos de crisis y saltándose todo protocolo sanitario, durante la transmisión en vivo de un programa de televisión,
«Si me tienen que llegar sanciones por cuidar a mi gente que pase, pero no me cuestionen ustedes porque no son autoridad«, dijo hablándole a los panelistas de la TV.
Pareciera que cada paso es parte de una pulida estrategia comunicacional, incluyendo los errores que puedan cometer, como lo hizo la Alcaldesa al evadir el protocolo sanitario.
Es la irrupción de la política comunicacional, estrategia motivada no por superar la crisis sanitaria ni el debate de protección de la vida o de la economía, sino más bien para la proyección de figuras políticas y conservación de intereses, sobre todo en un año donde se avizoran muchas elecciones y eventos relevantes de carácter público.
Hoy el oficialismo pide que no haya obstruccionismo de parte de la oposición, sin embargo la oposición ha sido casi invisibilizada por la estrategia comunicacional del oficialismo, al igual que las demandas sociales de agrupaciones gremiales (ANEF-CUT-COLMED) y las protestas realizadas en los distintos puntos del país.
Debemos reflexionar sobre la política en tiempos de crisis, fijar objetivos comunes (disminuir los riesgos de la pandemia) tendiendo a eliminar las deficiencias estructurales de nuestra sociedad, aquellas desigualdades que han erosionado por 30 años la calidad de vida de los chilenos.
Mismas deficiencias que el 18 de Octubre hicieron estallar la paciencia y memoria del pueblo.
Volver a la normalidad significa volver a esas desigualdades y la Pandemia nos da la oportunidad de dar una vuelta de tuerca a todo el modelo, incluyendo las formas de hacer política.