Según el Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO) «en nuestro país, se están aplicando protocolos que en muchos casos revierten los avances alcanzados durante los últimos años en relación al parto personalizado y respetado«.
Para esta misma organización, el contexto de la pandemia ha agudizado este tipo de violencia. Estas situaciones y la exposición al Covid-19 que se genera en el proceso de parto llevaron a que Laura decidiera tomar la opción que tanto había pensado: tener un parto extrahospitalario.
En diciembre del pasado año, en medio de las fuertes contracciones, dentro de la tina llena de agua que estaba en el baño de la pieza matrimonial, Laura Guzmán veía a su hijo menor sentado en la cama mirándola e intentando entender lo que sucedía.
Entre los conocimientos que adquirió en el transcurso de su embarazo, comenzó a vocalizar los dolores, conocimientos casi ancestrales que conectan la garganta con la zona pélvica. Se acercaba el momento que esperaban hace harto tiempo pero ahora, especial como el eclipse que sucedería en unas horas más, este parto iba a ser en casa.
“Yo siempre decía ‘ay un parto en casa, que lindo, ahora con dos hijos sería todo tan perfecto’, pero cuando llegaba a la clínica en los partos anteriores no tenía dilatación, las contracciones me dolían, entonces siempre lo vi como algo súper lejano”. Laura Guzmán tiene 29 años, es madre de tres hijos, la mayor de 4 años, luego uno de 2 y el último que acaba de cumplir dos semanas de vida.
El 14 de diciembre del año 2020, mientras el país se concentraba en el eclipse solar, ella y su familia vivían una de las experiencias más íntimas e intensas que jamás pudieron imaginar. Federico nació en la habitación matrimonial de su casa con la compañía de su padre, Cristóbal, y la asistencia de Andrea, la matrona.
Enrique Oyarzun, gineco-obstetra de la Clínica Universidad de los Andes, en el artículo En medio de alza de nacimientos, bajan los controles a embarazadas y crecen partos en casa de la página web de Clínicas de Chile cuenta que “en el mundo ha habido una tendencia a esto y han aumentado las mujeres que preguntan por tener parto en su domicilio. Pero la evidencia hoy disponible en la literatura es que el riesgo de muerte de los recién nacidos aumenta significativamente y los riesgos para la madre también son mayores”.
Parir en un lugar más íntimo y menos ajeno
La Ginecobstetra de la Universidad de Chile Dominique Truan quien trabaja en el área de alto riesgo obstétrico en el Centro de Referencia de Salud Oriente cuenta que “en los pro de un parto en casa tenemos que la mujer está en un lugar protegido que ella siente seguro, más intimidad, menos intervención”, dice que todas esas cosas figuran el parto como una experiencia positiva y por eso mismo la lactancia, el apego, la salud mental perinatal, o sea la de la madre e hijo, se dan mejor. Además de identificar el bajo costo que tiene porque no se usa ningún implemento, ni horas dentro de un pabellón.
Laura está acostada en su cama con Federico durmiendo encima de su pecho, cada tanto vienen sus otros hijos a preguntarle cosas y ella, muy amable, les explica que está ocupada pero que irá después. Cuenta en la entrevista hecha vía Zoom -como el contexto actual amerita-, que los primeros pensamientos de llevar a cabo esta idea se dieron en un control médico donde el doctor le dijo que el día del parto no iba a poder estar con “su matrona” por temas de horario laboral, que la iba a acompañar otra.
“La matrona es súper importante y una tiene que tenerle confianza para que esté ahí contigo, saber que te va a ayudar, te va a guiar, que no te va a dar miedo. Entonces ese fue el gatillante de que yo dijera ‘no, parece que no quiero tenerlo en la clínica’”, comenta.
Actualmente, producto del Covid-19 que se propaga a través de la proximidad física, se han tomado medidas en torno al acompañamiento de la persona gestante. Según la matrona académica de la Universidad de Chile Jael Quiroz: “El acompañamiento es una de las estrategias más importantes en un trabajo de parto para ejercer apoyo, muchas veces el profesional de la salud puede hacer un acompañamiento psicológico, pero no es lo mismo que te acompañe tu mamá a que te acompañe una enfermera”.
Si bien el protocolo del Minsal dice que “se debe mantener el acompañamiento significativo (1 persona sana) durante el parto, manteniendo las precauciones estándar más aislamiento de contacto, en todo momento”, la persona que acompañe el parto en este contexto debe retirarse una vez la sesión haya terminado y la madre y su bebé estén ya en la habitación de reposo.
La experiencia de Anthea Catalán, psicóloga de profesión quien dio a luz a su hija en junio, fue compleja debido a la acción de la clínica y estos protocolos. Anthea encontró un equipo que se especializa en partos y cesáreas respetadas. Hasta ahí ningún problema pero cuenta que los tres días de post parto luego de su cesárea fueron muy difíciles.
La cesárea, al ser un proceso quirúrgico, es muy dolorosa, y no permite hacerte cargo de tu bebé en las primeras horas, según relata la psicóloga: “No tuve ayuda y no había personal médico disponible, estaban funcionando al mínimo y se demoraban un montón”. Cuenta que habló con el equipo médico que la atendió para que dejaran entrar a su madre pero no hubo caso. “Al segundo día yo ya lloraba porque me quería ir, me sentía muy sola. Estuvo bien el parto pero la parte emocional la gestionaron mal”.
A pocos días del parto en casa
Semanas previas al nacimiento de Federico, Laura Guzmán le planteó a su pareja, Cristóbal, la posibilidad de llamar a Andrea Toledo, una matrona cercana a ella que asiste partos en casa. El hecho de que la matrona que acompañó a Laura durante el embarazo no estuviera ese día la hizo pensar en hacer el trabajo previo en su hogar.
“Ella va a llegar acá a la casa, me va a ver y nos va a decir, ‘ya partan a la clínica’ y yo llego con un trabajo de parto ya hecho e independiente de la matrona que esté yo voy a llegar a parir” le dijo a Cristóbal quién le respondió: “Sí, dale, pero también podría ser la opción de hacerlo en la casa”. Con las experiencias contadas por otras mujeres de partos en clínica en contexto de pandemia, Laura cuenta que sólo deseaba un parto tranquilo.
– Andrea: ¿Tú quieres que yo venga, te haga tacto y te avise cuando irte a la clínica?
– Laura: Sí
– Andrea: Perfecto pero tienes que saber que como éste es tu cuarto, el parto puede que se desencadene muy rápido y que cuando tengas que ir a la clínica ya estés muy avanzada y tengas que parir en el auto.
Laura, antes de tener a su primera hija, tuvo una pérdida de seis meses que también parió. A esto se refería Andrea cuando la orientó y aceptó su oferta. Laura recuerda que decía: “Cómo vamos a tener tanta mala suerte de que se desencadene el parto un lunes en la madrugada. Yo vivo en Calera de Tango y de aquí a la Clínica Alemana a las 10 de la noche me puedo demorar media hora pero a las 8 de la mañana me puedo demorar 3 horas. Y justo eran las semanas previas a la navidad”. Los últimos controles mientras iba en la carretera pensaba: “Me muero ir con contracciones con este taco que no avanza”.
La Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, sentencia drásticamente el parto en el hogar. Un comunicado escrito por la misma a raíz de reportajes que han sido publicados en televisión, establece que “el parto en casa es de riesgo y no es recomendable, ya que ante una emergencia obstétrica cada minuto es valioso, y un traslado tardío a un centro asistencial puede llegar a ser fatal”. Ante esto se le consultó a Dominique Truan cuáles eran los riesgos del parto en casa a lo que responde lo siguiente: “El parto en domicilio no tiene contras en sí mismo, lo que puede ser más peligroso es la falta de regulación porque hace que aumente la dificultad en el manejo de las complicaciones, pero el parto en domicilio bien indicado y bien regulado es la mejor opción para mujeres sanas”.
De todas formas Truan advierte que “en obstetricia más de la mitad de las complicaciones no son predecibles o son en mujeres de bajo riesgo, pero se puede disminuir ese peligro si se está en constante comunicación con el centro de referencia para diagnosticar precozmente esta complicación y manejarla en un centro que tenga todas las condiciones. Laura explica que su embarazo fue saludable: “Yo estuve viendo constantemente a mi doctor, la guagua se dio vuelta la semana 30, no se volvió a girar, entonces yo sabía que iba a ser un parto normal por lo menos”. Cuenta que fue complejo tomar esta opción porque “estás tomando una decisión que involucra a otra vida, que puede influir en tu parto, es súper potente”.
El esperado momento en la intimidad del hogar
El domingo 13 de diciembre del 2020, Laura, con 39 semanas y 5 días de embarazo se dirigió con su familia a la pastelería que administran ubicada en la comuna de Talagante. En el auto devuelta a su domicilio Laura recuerda que le preguntó a Cristóbal qué pensaba él: “Mi amor ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a la clínica o tenemos el parto en casa?”. Cuenta que él siempre fue partidario de la idea de tenerlo en casa, para aprovechar la comodidad de su hogar. “Ese día hizo harto calor, nos bañamos en la piscina con los niños, jugamos, ellos se acostaron y al momento de acostarme yo, empecé con unas poquitas contracciones y dije ‘mmm puede ser, voy a dormirme y si sigo con las contracciones es porque esto se desencadenó’”.
Esa noche, ya siendo 14 de diciembre, a la 1 de la mañana Laura se despierta con otra contracción, intentó relajarse, no ponerse nerviosa porque “ es un momento que esperas 9 meses”, pasaron 10 minutos y otra contracción, estuvo dos horas con contracciones cada 10 minutos. En un momento su hija se despertó para ir al baño y con ella se despertó Cristóbal, como a las 2 y media. Ahí, cuando Cristóbal se acuesta, ella le dice:
– Mi amor estoy con contracciones.
– ¿Con cuánto?
– Cada diez minutos siento una y no tan dolorosa.
– ¿Tú crees que sea de parto?
– Mira no sé, quédate dormido, sigue descansando y si vienen más fuertes te despierto.
Para Laura, que ya ha vivido la experiencia, es fundamental que el acompañante esté descansado, si no es así, es complicado, porque “en el momento hay que preocuparse de muchas cosas”.
A las 5 de la mañana estaba con contracciones cada 7 minutos, despertó a Cristóbal y le dijo: “ya hay que empezar a moverse”. Se levantaron de la cama y Laura le pidió a su pareja que llenara la tina con agua tibia: “Me metí al agua y me relajé un poco porque las contracciones estaban cada vez más fuertes”, en ese momento tenía dos contracciones cada 10 minutos, tres cada 10 son la alarma para irse a la clínica. Mientras estaba en el agua se despertó uno de sus hijos, el menor. Entró a la pieza matrimonial y se sentó en su cama, desde el baño Laura lograba verlo. En ese momento comenzó a vocalizar su parto, a hacer ruidos vocales junto con el dolor de las contracciones, pues “dicen que el área de la garganta está conectada al útero y la vocalización sirve para que el útero se abra”. Mientras hacía esto veía de vez en cuando hacia la cama ”mi hijo me miraba como preguntándose si estará bien la mamá, pero no asustado, muy tranquilo”.
Andrea Toledo es matrona y lleva 6 años asistiendo partos en casa. Comenzó su carrera profesional trabajando en el Hospital de Peñaflor pero a los 4 años decidió dejarlo y adentrarse en esta área de acompañamiento. “Esto es mucho más íntimo, mucho más amoroso y más suave para los bebés” cuenta. Ante las dudas y reproches que genera en el área médica esta práctica dice que “las matronas que acompañamos partos en casa siempre vamos con equipos, con medicamentos con suero, con lo que sea necesario para actuar en caso de”, la mañana del 14 de diciembre, el día del eclipse, se despertó a las 7 de la mañana con cuatro llamadas perdidas y con mensajes no leídos en WhatsApp.
– Andrea estamos en trabajo de parto.
– ¿Y cómo está Laura?
– Está bien, con contracciones cada cinco minutos y no ha botado el tapón aún.
– Ah perfecto, ¿Voy para allá?
– Sí pero tomate tu tiempo, no estamos apurados aún.
– Okey, voy a estar atenta al celular, voy a echar las cosas al auto entonces apenas tú me llames yo parto.
Después de estar 45 minutos en el agua, Laura decidió salir y al secarse empezaron las contracciones más dolorosas y seguidas, cada 3 min. “Empezó a hacerse un poco insoportable el dolor, como cuando en la clínica ya no las toleras y pides anestesia”. Cristóbal le hacía masajes en la espalda baja, habían escuchado que levantarse con las manos en una barra ayudaba a estirar la espalda pero la posición no le acomodó, agarró la pelota de pilates pero prefirió finalmente acostarse, “en ese minuto una va probando esas distintas posiciones y viendo cómo te sientes, en casa es totalmente distinto, estás en tu ambiente, estás con la gente que tú amas, el trabajo de parto que tuve fue mucho mejor a los trabajos de parto anteriores en donde entraba y salía gente”.
– Cristóbal necesito que llegue la Andrea pronto.
– Sí, ya está en camino.
– Es que yo creo que ya se viene, que ya va a ser el parto.
– No, tranquila si falta un poquito.
Andrea cuenta que llegó a las 8 de la mañana con su uniforme rojo y su equipo. Cuando abre la puerta ve a Laura con una pierna apoyada en el hombro de Cristobal, “ay Andrea, que bueno que llegaste, dime por favor que estoy en trabajo de parto porque no soporto más”. La matrona se apresuró a verificar los latidos del bebé, hizo tacto vaginal y la dilatación era de 8 centímetros: “Laura ya no vas a alcanzar a llegar a la clínica”.
En ese momento dijo que quería volver a usar la pelota de pilates, entonces se movió hacia los pies de su cama, a una alfombra gris y peluda que había en el piso, se posicionó en cuatro apoyos, como perrito: “Cristóbal estaba frente a mi cara y la Andrea estaba detrás, ella comenzó a hacerme masajes en la espalda y ahí empecé con unas contracciones no tan dolorosas pero sí largas”.
Apretaba a Cristóbal mientras duraban las contracciones. Fueron tres pujes largos y en el tercero salió, Andrea lo tomó e inmediatamente se lo pasó a Laura por debajo de su cuerpo. “Esa sensación está mezclada de muchas cosas porque una está con todos los dolores y cuando nace todo desaparece, como que te liberas”. En el primer reconocimiento dice que el bebé no lloró, la pieza estaba con las cortinas bajas, había una luz muy tenue, después lo llevó a su pecho, los dos desnudos, no se apuró la salida de la placenta. “Todo lo que vino fue muy íntimo y muy bonito” dice Laura.
Cristobal llamó a sus hijos que estaban viendo monitos en el living mientras Rosita, la asesora del hogar, les explicaba que la mamá estaba en trabajo de parto, que ya venía el hermanito. “Para ellos fue algo súper lindo porque aprendieron ene” cuando los fueron a buscar llegaron corriendo y lo vieron, preguntaron por qué estaba sangrando, les mostraron la placenta, “a mí una de las cosas que más me motivaba de tener un parto en casa era que ellos fueran parte de todo este proceso”.
Luego de eso y de chequear que todo se encontrara en orden, Andrea dejó el lugar, los abuelos de los niños llegaron a buscarlos, Laura, Cristóbal y el bebé se quedaron en la cama, llegó el eclipse y la pieza se tornó un poquito más oscura. “Estuvimos toda la tarde regaloneando”. Ese día marcó para las vidas de Laura, su pareja y sus hijos un hito que ella misma tilda de intenso. “Hasta la alfombra ya no es sólo la alfombra de la pieza, es la alfombra donde nació el Federico”.
A 10 días de cumplir siete meses de vida, Federico se encuentra con sus controles al día y siempre fue así. Laura cuenta que comparte con sus dos hermanos mayores que van de forma intermitente al jardín. Aún toma leche materna pero está en la transición a la comida, le están saliendo sus primeros dientes, «después del parto quedó todo perfecto».
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