El 16 de agosto de este año, la familia maipucina González Núñez salió de su casa por la mañana para hacer su recorrido habitual sin saber que la imprudencia humana cambiaría el rumbo de su rutina. El objetivo del día era el mismo de cualquier otro día de la semana: que los cuatro hermanos llegaran a sus respectivos colegios.
Como siempre, pidieron un auto de una aplicación de transporte de pasajeros, y se subieron a él acompañados de su padre, Carlos. Al ser un vehículo con capacidad para cinco personas, tuvieron que arreglárselas para entrar, ya que, contando a la conductora, eran seis.
Matías (15) se fue de copiloto y atrás de él se sentó Elías (11). Carlos, el padre de la familia, llevó a su hija Noemí (8) sobre sus piernas, en el asiento que queda justo atrás del asiento para conducir, y Daiana (17).
Vicky, la madre de esta familia de cuatro niños, se quedó en casa, y nunca esperó que minutos más tardes recibiera una llamada de su hija mayor: «Mamá, tuvimos un accidente en Rinconada con Victoria, necesitamos que vayas rápido al hospital«.
«Nosotros somos cristianos, entonces yo solo pensaba ‘Señor, fortaléceme para fortalecer’, porque yo sabía que lo que venía iba a ser duro«, contó Vicky. Efectivamente, fue duro y lo sigue siendo.
Ese día, en La Voz se publicó una pequeña nota sobre el accidente, pero lo que vino después fue mucho más profundo de lo que se reportó en esa primera instancia.
El accidente
Daiana es la que más recuerda lo que pasó ese día, ya que fue la que menos impacto recibió en el accidente y, por tanto, la que con menos lesiones quedó.
Al parecer, la conductora manejaba de manera imprudente, y fue eso mismo lo que, según la joven, habría provocado el terrible accidente.
«Íbamos por Camino a Rinconada y la conductora se coló por entremedio para doblar a Victoria. En eso, yo creo que ella vio luz verde y avanzó rápido, pero no se percató de que era verde para las micros, no para que los autos doblaran a la derecha«, detalló Daiana.
Fue justo ahí cuando el bus RED chocó el auto en el que iba esta familia junto a la conductora de la aplicación. Y es que, según el testimonio de la familia, el conductor del transporte público avanzó cuando debía, no así la mujer que estaba trasladando a esta familia.
«El bus nos chocó por el lado del conductor, que es donde estaba mi papá con mi hermana. Nosotros sentimos el golpe que nos deslizó y la micro dobló hacia el otro lado para no seguir chocándonos, y el auto dejó de deslizarse gracias a una reja que había», explicó la hermana mayor.
La puerta del copiloto, donde estaba sentado Matías, quedó atrapada por la reja y no podía abrirse. Daiana fue la primera en salir del auto. «Cuando miré a Noemí vi que estaba con su cara completamente ensangrentada, con vidrios y estaba media dormida, y mi papá estaba medio inconsciente por el impacto«, contó.
«Elías tenía sangre en su nariz y en el oído izquierdo, también estaba medio inconsciente, y yo empecé a gritar para que llamaran a una ambulancia«, recuerda la joven.
La caótica llegada al hospital
Sin embargo, la ambulancia no llegó hasta dos horas después, cuando la familia ya había sido trasladada al Hospital El Carmen por una patrulla de Carabineros.
La llegada al hospital fue caótica. Daiana era la única consciente, pero no sabía todos los datos de sus hermanos, que fueron ingresados inicialmente como NN. «Elías vomitó mucha sangre y se empezó a desvanecer, de hecho, lo tuvieron que reanimar«, relató la hermana grande, quien jugó un papel clave en este proceso lleno de adrenalina, miedo y confusión.
Daiana, al tener 17, tenía que estar en la urgencia de adultos, pero luego de que le tomaran los signos vitales y le dijeran que esperara sentada, ella desobedeció porque estaba desesperada por saber sobre sus hermanos. Cuando llegó a la urgencia de niños vio a su hermano Elías «totalmente intubado, y a la Noemí le estaban sacando los vidrios de la cara«.
Cuando Vicky, la madre de esta familia, llegó al hospital, a la primera que vio fue a su hija menor rodeada por muchas enfermeras que le estaban limpiando el rostro. «¿Cómo estás, Noemí?», le preguntó, «yo bien mamá, anda a ver al Elías», le contestó la pequeña.
Mientras la madre recorría el lugar para encontrar a Elías, vio a Matías, su otro hijo. «Él estaba con oxígeno porque tenía una edema pulmonar«, explicó, agregando que cuando llegó hasta donde estaba Elías vio a muchos doctores y máquinas rodeando a su hijo.
«Estamos tratando de salvarle la vida a tu hijo, esto es muy grave y no sabemos bien cómo lo vamos a hacer«, le dijo un médico del lugar. En ese mismo instante, Vicky decidió orar, orar y orar.
Paralelamente, Carlos comenzó a recuperar la conciencia, y a pesar de estar mareado, con dolor de cabeza y de cuerpo, dijo que se sentía bien. «Yo quería salir de ahí y pedí que me dejaran ir a ver a los niños. Ahí me pasaron una silla de ruedas y anduve todo el día así», explicó el padre, a quien le dieron el alta el mismo día.
El diagnóstico y la milagrosa recuperación
Los funcionarios del establecimiento, según la familia, tuvieron muy buena disposición en todo momento, y eso, junto a las oraciones de Vicky y toda su familia de la iglesia, que son cerca de 400 personas, ayudaron a que la recuperación de las víctimas de este accidente fuese mucho mejor de lo que esperaban los doctores.
Elías presentó una fractura craneal, y fue trasladado al Instituto de Neurocirugía para ser operado. Sin embargo, la inflamación del cerebro era muy alta, por lo que se tuvo que posponer la cirugía.
Aunque de a poco la inflamación bajó a tal nivel que ni siquiera fue necesaria la operación, y de las 4 semanas que los doctores habían pensado dejarlo hospitalizado, solo estuvo 2. Actualmente, aún tiene la fractura en el cráneo y no ha podido hacer deporte desde entonces, pero puede hacer su vida de manera casi normal.
A Matías también habían planeado hacerle una cirugía por el edema pulmonar, que de a poco fue desapareciendo. Al igual que su hermano, los doctores finalmente descartaron la necesidad de una operación y le dieron de alta a los 5 días.
Quizás la recuperación más dura se la llevó la hermana menor, Noemí. Ndie había anticipado que su nervio óptimo del ojo izquierdo quedaría totalmente destrozado. Ella se dio cuenta el mismo día del accidente, pero por la noche, cuando se rascó el derecho y se di cuenta que se fue a negro: no veía nada con su otro ojo.
Ella estuvo 6 días internada, y si bien después de eso le dieron de alta, al igual que sus hermanos, continúa con controles, aunque en su caso, el diagnóstico por ahora es que ella probablemente no vuelva a tener visión alguna en su ojo izquierdo.
Ninguno de los doctores se explicaba cómo mejoraron tanto en comparación al diagnóstico inicial, pero para la familia lo que sin duda los ayudó a salir adelante con una recuperación tan buena fue la unión de fuerza entre las oraciones de la familia en la iglesia y de la comunidad escolar de los niños.
La conductora y la aplicación de transporte
Según la madre de la familia, la conductora llegó dos horas después del accidente al hospital, asegurando que tenía lagunas mentales.
Al parecer, la conductora habría dicho que estaba muy adolorida en distintas partes del cuerpo, pero la familia recuerda que le dieron el alta ese mismo día.
Si bien han intentado obtener respuestas concretas tanto de la conductora como de la aplicación, ha sido un proceso lento, con una demanda de por medio y un desgaste emocional tremendo.