El miércoles 29 de enero del 2020, tomé la 106 en Los Héroes rumbo a Maipú.
La mayoría escuchaba música, otros hablaban, algunos dormían. Hasta que llegamos al metro Ecuador, donde la micro tuvo que desviarse porque en Las Rejas habían barricadas por la lamentable muerte del hincha del colo-colo.
Después del desvío, la micro retomó y siguió hasta Las Parcelas, donde tuvo que desviarse otra vez por otra barricada.
Los manifestantes detuvieron la micro y la rayaron con alusiones al asesinato que realizó Carabineros contra este hincha colocolino.
Luego de hacer lo suyo, los protestantes dijeron que estaba listo y la micro siguió su camino.
Esta acción de los manifestantes provocó que una pasajera llamara delincuente a aquellos que estaban protestando. Eso trajo el enojo de otra pasajera, argumentando que ellatambién protestaba y trabajaba honradamente sin ser ninguna delincuente.
La discusión subió de tono ya que se metieron más pasajeros, hablando del abuso de Carabineros, los daños materiales por las manifestaciones, entre otros temas relacionados con el estallido social.
En fin, la discusión no quedó en absolutamente en nada, porque los protagonistas se bajaron de la micro y la tranquilidad nuevamente a la micro.
Esta expeeiencia en el Transantiago me produjo la siguiente pregunta: ¿Cómo llegamos a desarrollar la apatía entre nosotros?
Los prejuicios
La apatía se produce en primer lugar por los prejuicios culturales que queremos imponer como verdad universal. En segundo lugar, la apatía se desarrolla cuando no aceptamos que alguien piense distinto de uno. Y en último lugar, la apatía se despliega completamente cuando no empatizamos con aquellos que sufren alguna dolencia o muerte.
Los prejuicios nacen entre la infancia y la adolescencia, producto del miedo que recibimos por parte de los adultos, ya que los mayores que crían a los niños transmiten su cultura, incluyendo los prejuicios. Le decimos a los niños que quien se viste de tal o cual forma es un delincuente, o que un rubio de ojos azules es un arribista, por ejemplo.
Estos prejuicios se potencian cuando nos juntamos con aquellos que consideran este prejuicio como verdad universal y tratan de imponerlo a otros.
Un ejemplo eslo que ocurrió en la 106 cuando la pasajera dijo que todos los manifestantes eran delincuentes y empezó a imponer sus términos a la otra pasajera que estaba debatiendo todo lo contrario.
Los prejuicios son un tema dentro de la filosofía, ya que que aspiran a ser verdad. Pero el inconveniente que tienen los prejuicios es que la gran mayoría son falsos.
Esto lo diría el filósofo David Hume, quien consideraba que los prejuicios son falsos, porque no tienen un hecho empírico que demuestre el juicio anticipado.
En el caso de la pasajera que dijo todos los manifestantes son delincuentes, el pensador le pediría que de a conocer el certificado de antecedentes para ver si lo que asegura es verdad.
¿Qué hacemos para cambiar los prejuicios de las personas?
En el caso de la micro 106, la pasajera decía que todos son unos delincuentes y otra pasajera decía que ella trabajaba y protestaba pacíficamente para cambiar las cosas.
Obviamente la contraparte no le creía porque pensaba que ella estaba equivocada. Lo mismo pasaba desde el otro ámbito a la pasajera que aseguraba que todos los protestantes eran delincuentes.
Al final fue una discusión de sordos, porque nadie se escuchaba. Estas discusiones reflejan el orgullo que tiene cada persona para demostrar de buena o mala manera que la otra está equivocada.
Un proverbio judío dice que la soberbia lleva a la destrucción. Es decir, el que impone su verdad esta destruyendo la comunión que existe entre nosotros, los ciudadano.
¿Qué hacer para escucharnos más?
La apatía se despliega completamente cuando no empatizo con aquellos que sufren alguna dolencia o muerte.
La apatía se desarrolla completamente cuando el ser humano es indolente y no empatiza con el sufrimiento del otro.
Cuando por ejemplo le importa más un semáforo que una vida que fue asesinada, o los ojos que fueron mutilados por parte de carabineros de Chile.
El problema de la apatía fue trabajado por el filósofo Emanuel Levinas, un pensador soportó las torturas del apático régimen nazi.
Y que posteriormente desarrollo su pensamiento se centró en la existencia humana, especialmente en la ide que existe un prójimo y él merece vivir.
El filósofo cuenta que cuando una persona desconoce que existe otro es cuando ocurren las desgracias vitales, porque lo más importante es la vida humana.
Eso le ocurrió a los nazis cuando desconocieron la existencia del otro. Eso le ocurrió cuando Stalin desconoció la vida de sus opositores. Eso ocurrió Pinochet desconoció el valor de la vida. Y eso está ocurriendo cuando no tenemos respeto por una vida que murió.
¿Qué hacemos para cambiar los prejuicios de las personas? ¿Qué hacemos para escucharnos más? ¿Qué hacemos con la apatía?
Quizás la respuesta esté en un viejo proverbio judío: dentro de la desgracia existe esperanza para ver y vivir un mundo mejor.
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