La pobreza, ¿un pecado social?

Por Juan Cristóbal Romero, gerente general de Fondo Esperanza

Es imposible solucionar los problemas de desigualdad y pobreza en Chile desconociendo las causas que los generan. Una sociedad que todavía en el siglo XXI considera a la flojera, por ejemplo, como una de sus principales causas está lejos de estar preparada para enfrentar sus desafíos de equidad. Este tipo de prejuicio, lamentablemente, dista poco de la opinión que tenemos los chilenos a este respecto. Sin ir muy lejos, según la última encuesta CEP, un 47% de los entrevistados responsabiliza a la flojera y la falta de iniciativa como la raíz de este fenómeno.

¿Qué pensará esa señora que se levanta todos los días del año a las tres de la mañana para abastecer en la Vega Central su puesto de verduras cuando alguien asegura que la flojera es la razón de su pobreza? ¿Qué respondería esa mamá de tres hijos, soltera, que amasa desde las cinco de la mañana el pan que venderá a la salida de la escuela de sus hijos?

Ejemplos como estos, hoy Fondo Esperanza puede testimoniar por miles. En estos 11 años de historia, hemos apoyado a más de 180.000 emprendedores con capacitación y microcréditos productivos. El esfuerzo para sobreponerse a la adversidad, las ganas de salir adelante, el ingenio demostrado en cada iniciativa dista mucho de esa proyección de flojera con que hemos decorado a la pobreza en nuestro imaginario colectivo.

La pobreza es un pecado social cuyas raíces se adentran en lo profundo de la historia y la cultura de Chile. Se asienta, entre otros muchos factores, en la falta de oportunidades para generar ingresos estables, en la segregación urbana, en la discriminación disfrazada de clasismo y en una desigualdad en materia educacional abismante. Echarle la culpa al pobre por ser pobre no es más que esquivar el bulto en un asunto del cual cada chileno tiene su cuota que aportar.

            En el aniversario número once de Fondo Esperanza quisiera honrar el trabajo de cada uno de los emprendedores que ha confiado en nuestros servicios. Su ejemplo es el que mueve a todos quienes trabajamos por un país más justo y equitativo.

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Nicolás Aravena

Fundé La Voz a los 21 años. Dicen que escribo bien, me apasiona la política, fotografía y entender el mundo que habitamos. Dejé de fumar hace poco, hago chistes malos y bailo pésimo

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