Leopoldo Osorio, inspirador del Oscar chileno: «Soy socialista, allendista y bacheletista, pero no voy a ir a La Moneda»

En una humilde casa en la Villa Zaror de nuestra comuna, el abuelo de Gabriel Osorio el director del corto «Historia de un Oso», ganadora del Oscar, nos abrió sus puertas para conversar con él.

Nos recibe contento, a pesar de haber llegado sin previo aviso, nos convida asiento en el living de su casa. Él va hacia el interior a buscar algunas cosas personales, vuelve de inmediato y ansioso dice que comencemos. Se le ve alegre, se sonríe solo recordando anécdotas. Se le ve orgulloso.

La vida Leopoldo Osorio, de 86 años de edad, fue la fuente de inspiración para Gabriel y todo el equipo creador, quienes dieron el primer Oscar a Chile. Lamentablemente, hace poco tiempo falleció la compañera de vida de Leopoldo, Nelly Fernández con la que estuvo 60 años casados.

Nuestro vecino fue regidor de Maipú, cargo similar al de concejal en los tiempos de ahora, que lo ejerció entre los años 1970 y 1973, no pudiendo terminar su periodo, porque fue tomado preso luego del golpe militar. Además, desde el año 1964 que fue secretario de Salvador Allende.

¿Usted es el Oso?

Yo soy Oso por Osorio. Todos veían seguramente al Oso, pero detrás de ese Oso estaba yo. Yo nunca le conté a nadie. Yo decía, bueno, si triunfa esto -el corto-  voy a tener que decir que el Oso era yo.

¿Cómo han sido estos días?

Todo vino de una vez, en 48 horas salió todo a la luz. Es que el triunfo de traer un Oscar para Chile era grandioso. A mí lo que me reconforta mucho es que haya triunfado el equipo de Gabriel. Bueno, si lograron ese Oscar, que nunca Chile lo había tenido. Bueno, maravilloso.

Yo vi el corto al día siguiente -lunes 29 de febrero-. En la mañana con calma lo miré. Entonces yo dije bueno el Oso era yo. Estoy contento de parecerme al Oso, porque el Oso cumplió una función.

Vi el corto y pensé que hasta los niños lo pueden entender, a lo mejor para los adultos es más complicado, pero para los niños no. Los niños deducen todas las cosas. La juventud lo entienden bien, pero para nosotros los adultos es … por ejemplo, vino un vecino del al frente, hace como una hora, y me dijo “usted es el Oso” y somos amigos hace tiempo -se ríe Leopoldo, mientras cuenta la sorpresa de su vecino-.

Hoy su nieto llega a Chile ¿lo va a ver?

Mira, me llamaron hace una hora atrás invitándome para las 6 de la tarde, que la presidenta quería conocerme. Yo tengo unos sentimientos muy fuertes.

Yo nunca he vuelto a La Moneda, nunca. ¿Por qué voy a ir ahora? si ahí murió el Presidente de la República ¿o tú crees que el presidente se mató? No, al presidente lo acribillaron a balazos. Entonces, yo voy a ir a mirar en donde… Yo le dije al funcionario y me dijo que lo pensara, que me iba a volver a llamar. Pero no voy a ir. Mire lo que voy a decir, soy socialista, allendista y bacheletista, tengo varios títulos. Pero no voy a ir a La Moneda.

Me juntaré después con mi nieto. Él vendrá para acá, tal vez, y celebraremos. Lo que quiero es que él disfrute del triunfo y que lo reciba la presidenta.

En la metáfora del corto ¿cuál fue su circo?

Yo fui arrestado el día 12 -del 73-, yo era regidor en ese tiempo. Bueno me golpearon -Leopoldo apunta la entrada de su casa-.

Me llevaron a la cárcel en una patrulla de Carabineros, pero ahí en Quinta Normal tuvimos el primer inconveniente, porque había una patrulla de la armada que no permitía que nadie pasara. Tuvo un enfrentamiento un Teniente de Marina con el Sargento de Carabineros. El Teniente dijo – “por aquí no pasa”, -“no, si vamos a pasar. Traigo la orden de un Coronel del Ejército y voy a pasar”, pero el Teniente dijo –“por aquí no pasan. Aquí mando yo y pasan en balas” y el Sargento de Carabineros sacó el revolver – “aquí también pasan balas”.

Yo dije aquí va a quedar la … -se ríe mientras recuerda- , todo esto lo veía cerquita. Yo estaba amarrado en la camioneta, ellos estaban discutiendo frente al motor. Bueno, ahí pasamos y entré a la Cárcel Pública que ya no está, borraron todo eso.

Ahí me hicieron un proceso militar inmediatamente, que me implicaba solamente como regidor socialista. El día 14 yo ya estaba declarando el Ministerio de Defensa acerca de mis actividades.

Estuve dos años y tres meses allí, preso. Yo tenía la visa para irme a Inglaterra y no se podía. Solamente cuando ya Inglaterra presionó mucho y entonces Pinochet cedió, yo salí para Inglaterra, el 26 de noviembre del 75. 

¿Cómo fue trabajar con Allende?

En ese tiempo yo trabaja con el doctor Allende, yo comencé a trabajar con él en el 64. Conocí al presidente Allende en un acto aquí en Padre Hurtado y después del acto dijo “¿cuántos trabajadores hay en esta empresa?” alguien respondió 110, y dijo “¿y cuántos hay aquí en este instante?”, los 110, le respondieron, él sorprendido dijo “están todos. ¿Quién organizó éste acto?” -se ríe Leopoldo y dice- el Oso.

Entonces, el presidente se bajó y me dijo “lo felicito. Vaya a verme, gane o pierda vaya a verme”. Hecho, y así comencé a conocer a Salvador Allende. Salió derrotado y fui a verlo y me dijo “quédese conmigo trabajando”.

Muy bueno el presidente, muy honesto. Muy duro para dar instrucciones, pero cordial. Cuando te daba las instrucciones, primero, te decía algo duro y después te decía “compañero, usted puede hacerlo”.

¿Cómo ve los aspectos que aún están inconclusos de la Dictadura?

Mientras nosotros tengamos una constitución militar hecha por Pinochet no hay democracia. La democracia es una pintura. Entonces, una de las razones de porque yo no voy – a La Moneda-, yo iría si hay una nueva constitución, en donde el presidente sea el Presidente de la República.

Si uno vivió fuera del país conoció la democracia, en donde los soldados están en sus cuarteles preparándose para conflictos, para ayudar en emergencias, pero no para manejar el país.

Lo que pasó es que Pinochet se adueñó de grandes fortunas, le regaló la Soquimich a su yerno ¿cómo es eso? Y no se lo pueden quitar, eso es lo grave. Seguimos siendo manejados por los militares, aunque no participen, ahí está la Constitución.

¿Qué opina de los militantes de la UDI que felicitaron a su sobrino por el premio obtenido?

Yo encuentro que está bienvenido y ojalá esta gente de derecha cambie, que no sean la parte que propicien los golpes militares. Si a ellos los tocan, están los militares.

Me alegra que sean así, si lo hicieron de buena fe. Tal vez lo hicieron porque políticamente existe eso. Porque si tú eres candidata y hay una actividad tú también vas y participas de la actividad no te vas a quedar a fuera.

Hay dos cosas: o están cambiando un poco o se colgaron, como vulgarmente se dice.

Hablemos de Maipú

¿Cómo era el Maipú de cuando usted era regidor?

Maipú era un poquito desolado, para allá eran potreros, estaba todo concentrado en la Plaza. Incluso, en ese tiempo se abrió el área urbana, que tomó parte de los fundos por ahí. Alegaban unos, porque el convertirlo en área urbana el dueño del terreno gana una enormidad, porque de agrícola que vale poco, después lo vende como urbano para construir.

Me tocó cuando comenzó a pasar de agrícola a urbano Maipú.  Yo cuando era regidor organizaba que la gente se tomara la parcelas. Lo que era un pecado mortal. Por eso me tenían preso, por las tomas de terreno.

Después la gente normalizaba, cuando llegó la Dictadura los sacaban, los llevaban a otros lados, construyeron viviendas.

Yo participé de eso tratando de agrandar el área urbana de Maipú.

¿Cómo ve al Maipú de ahora?

Totalmente distinto. Siempre los alcaldes cuando llegan tienen una modalidad, que lo primero que hacen es cambiar la fachada de la Plaza, sobre lo mismo hacen una plaza nueva y gastan montones de dinero en eso, cuando ahí lo que tenían que haber hecho es un estacionamiento subterráneo.

La idea que teníamos nosotros no era de rehacer plazas, sino que hacer cosas nuevas. Bueno, fue un corto periodo el que estuve, no alcancé a terminarlo.

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Marlene Valladares

Maipucina desde la cuna, de El Abrazo, para ser precisa. Feminista, hija, hermana, amiga y tía. También, periodista de historias sencillas, del cotidiano y la calle, pero sin sacar el ojo en la élite de la comuna y del país. Con sana afición a la fotografía, al diseño y mucho amor a las comunicaciones.

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