Durante estos últimos cuatro años, en más de una ocasión, se han escuchado o leído palabras de Cathy Barriga acusando una violencia en su contra cuando se expone algún antecedente que no favorece su gestión, atribuyéndoselo al hecho de ser mujer.
Ayer, en un reportaje de un canal de televisión, nuevamente la figura de Barriga salió a la luz pública comunal y nacional, pero esta vez no por sus fotos personales o hacer un llamativo baile junto a funcionarios, sino por evidentes faltas a la probidad que se mantuvieron desde que asumió la alcaldía.
El extenso trabajo periodístico realizado por la connotada periodista Paulina de Allende-Salazar y su equipo, mostró la excesiva cantidad de horas extra que son pagadas a trabajadores y trabajadoras de la Municipalidad de Maipú, especialmente a los cargos directivos y de confianza de la alcaldesa, una práctica que, por lo demás, dio toda la impresión de estar normalizada.
Y, entonces, otra vez el argumento: “me siento violentada como mujer”, y en esta ocasión específica: “Mega quiere volver a marcar rating a costilla del maltrato y denostación de una mujer”. Por favor, que alguien le explique a Cathy Barriga que no toda acusación contra una mujer es violencia de género.
ONU Mujeres define este concepto como “aquel acto dañino dirigido contra una persona o grupo de personas en razón de su género”, es decir, en este caso, por el solo hecho de ser mujer. El ejercicio es simple: si no fuera mujer, ¿el acto de irregularidad sería menos grave? La respuesta claramente es no.
Varios usuarios y usuarias en redes sociales se han dedicado a denostar a la alcaldesa debido a su pasado como bailarina y ex chica reality. Pero no fue el tono del reportaje. Otros le enrostran su relación con la familia Lavín por su matrimonio con el diputado Joaquín Lavín Jr. y su nexo con la UDI —pese a que ella se plantee de independiente—, y aunque para los más osados conspiranoicos su vínculo con ese poderoso clan político podría ser clave en el análisis, lo cierto es que el reportaje se limita, únicamente, a mostrar hechos objetivos, respaldados por documentación de Transparencia que incluso es pública, al alcance de un clic, en la misma web de la Municipalidad.
No, Barriga, esto no es violencia de género. Violencia de género es negarle sus derechos a una funcionaria por estar embarazada, como ocurrió con el caso de María Teresa Ureta, que fue despedida en plena pandemia, estando con fuero maternal y salud de alto riesgo de la Municipalidad de Maipú, bajo tus ojos y con tu venia.
Y si vamos más allá, en su actuar sólo vemos machismo. Escudarse en su género para no recibir críticas, ni hacer frente a sus responsabilidades, es machismo; escudarse en su esposo, para que la defienda públicamente, es machismo.
Así que la invitamos a dejar de mal usar un concepto que tantos años, tantas luchas, tantas muertes le han costado a las mujeres y mantener su “feminismo sin bigote” fuera de rol de alcaldesa, que harto deja que desear.
Firma equipo de mujeres de LVDM:
Marlene Valladares González, directora.
Bárbara Espinoza Calixto, editora.
Nicole Sepúlveda Cordero, periodista.
Camila González Harnau, periodista.
Emilia Sánchez Mora, periodista.
Julie Arredondo Correa, periodista.
Daira Irribarra Martínez, periodista.
Gretel Goecke Pacheco, periodista.