Hace algunos años, la Municipalidad de Maipú hizo una atinada campaña que apuntaba al tiempo en que los maipucinos y maipucinas pasábamos en trayectos laborales o estudiantiles. Dicha campaña mencionaba que sacrificábamos cerca de 44 horas mensuales en congestiones vehiculares. Es decir, casi dos días de nuestras vidas en camino a nuestras casas o trabajos.
Si bien, es cierto que los continuos desaciertos y el profundo desdén que se le da al tratamiento de algo tan estratégico como el transporte público, evidenciado en la crisis del Transantiago o el dilatado desarrollo del Melitrén, que fue anunciado por primera vez en 1998; también cobra sentido al visualizar el eterno problema de la conectividad dentro de la comuna.
Ante la columna enviada por Eduardo López Carreño, quien expuso el caso del puente sobre la Autopista del Sol que conectaría El Rosal con Tres Poniente, vale la pena hacer más urgente el llamado a observar cómo un problema como la falta de conectividad lamentablemente se sigue estableciendo como parte del ADN de nuestra comuna.
Maipú sufre una segmentación que puede ser interpretada de diversas formas: desde la discriminación social hasta el ejemplo mismo de las trabas burocráticas que implica realizar trabajos viales de gran envergadura. Esto supone un gran desafío a plantear a quien será nuestro nuevo gobernador o gobernadora regional, sin perjuicio de señalar que durante los últimos años alguna gestión se pudo haber hecho considerando que la alcaldesa Cathy Barriga ha tenido gran parte de su período alcaldicio con un gobierno central de su coalición.
En la práctica, hoy los maipucinos y maipucinas ven agravado un problema que una vez más “nadie vio venir”, dado a un mediocre pensamiento de solución cortoplacista, y para eso vale la pena mencionar algunos ejemplos.
La hora punta tarde en Pajaritos se vuelve un suplicio desde el paradero 7 al 14. La cantidad de vehículos en la calzada particular hace que no de abasto la avenida. Esto también está causado por los escasos accesos a los distintos sectores de la comuna. Desde las Torres no se puede hacer ningún viraje, por ejemplo hacia Villa Lo Errázuriz y Barrio Las Rosas sin tener que llegar a Vespucio o entrar a Versalles para salir por Los Pintores, una calle residencial bidireccional que a todas luces recibe un flujo para el que no fue diseñada.
El punto anterior, también afecta a los vecinos y vecinas de El Rosal. Nadie anticipó que un proyecto inmobiliario como Alto Pajaritos se le hiciera exigible permitir un cruce de un mejor estándar que permitiera el acceso a Santa Elena, hacia el Mall Arauco Maipú o la misma avenida El Rosal. La situación se agudiza, teniendo en cuenta que las alternativas dependen de un Américo Vespucio cuyas caleteras colapsan en las horas punta.
Si se pensara en la obra inconclusa que mencionaba el vecino Eduardo López, el eje Santa Elena-El Rosal- Tres Poniente debiese pensarse como un eje estructurante al cual le es exigible tener continuidad, sin necesidad de pasar por el centro de Maipú para dirigirse al sector norponiente y poniente de la comuna.
Otro de los problemas graves y que si no se hace algo pronto tiene relación con el Camino a Melipilla. Melitrén –si es que no sufre otra postergación- considera obras de soterramiento o levantamiento de cruces de la ruta 76, que implicarán desvíos de tránsito. Estas obras contemplan elementos positivos como el desnivel en Tres Poniente y una conexión con el sector de Cuatro Álamos a través de la calle el Álamo, a la altura de Lo Espejo. Sin embargo, desde el sector del cruce Maipú hacia la costa, el abandono ha sido rotundo en los últimos tiempos, y si no se consideran obras de mitigación importantes, el período de trabajos será realmente tortuoso.
El Camino a Melipilla sigue recibiendo mucha más carga de vehículos, debido a que más viviendas siguen construyéndose en el sector, sobre todo en Padre Hurtado y Santa Ana de Chena. La alternativa de Camino Lonquén tampoco da abasto, siendo esta vía un verdadero infierno sobre todo los días cuando retorna gente a la capital desde distintas zonas rurales y la costa. Alternativas para vecinos de Ciudad Satélite y El Abrazo como Lautaro y Las Industrias son callejones de ripio que permanecen la mayor parte del tiempo en deplorables condiciones, sobre todo la última, convertida en un extenso basural sin control.
Por otro lado, mucho pasó para que Camino a Melipilla recibiera un maquillaje en su pavimento, pero nadie se ha hecho cargo del mal diseño del Trébol Pajaritos, y los cuellos de botella que se forman en el tramo señalado. Los cierres de los cruces irregulares entre Esdras y Parque Central tuvieron como consecuencia peligrosas maniobras en zonas prohibidas porque nadie pensó en un acceso para el sector Los Bosquinos desde la costa, ni tampoco hay un retorno debidamente señalizado. También, la vialidad de la calle El Bosque es confusa y peligrosa.
Además de la problemática del tiempo, también la falta de gestión desaprovecha las oportunidades que una mejor vialidad nos brinda. El municipio no tiene las atribuciones ni la capacidad de cambiar un sistema de transporte desastroso que detenga el explosivo aumento del parque automotriz que viene dándose desde 2007 a la fecha. Sin embargo, es exigible que tanto a la nueva alcaldía que viene, como también a la gobernación regional que esté próxima a asumir, tomen en serio el problema de la conectividad y pongan un énfasis en realizar gestiones que brinden soluciones concretas a los organismos competentes.
Es esperable apuntar a mejorar la institucionalidad que permita lograr el objetivo planteado con participación ciudadana, con coordinación y premura de todas las partes y con un criterio a escala humana, que permita recuperar tiempo de nuestras vidas. Así, nos podríamos permitir dejar de pensar en Maipú como esa lata que significa tener que ir “tan lejos”, tal como lo lejano que a veces nos parece Santiago y sus autoridades.