En la plaza de las industrias de nuestra comuna se encuentra un recordatorio de que la Villa Pizarreño de Maipú fue una de la zonas de sacrificio ambiental más terribles de la historia de Chile.
La placa en honor al vecino Eduardo Miño nos recuerda el genocidio de la fábrica allí ubicada, cuya contaminación produjo la muerte de cientos de vecinos, que perdieron la batalla ante el cáncer.
“Mi alma que reboza de humanidad ya no soporta tanta injusticia” dice el monolito de Miño. Dicha frase estaba en su carta de inmolación cuando se quemó a lo bonzo frente a La Moneda para protestar contra la impunidad e injusticia medioambiental de la que fue víctima.
Si bien no hubo justicia, fue tal el impacto cultural de su acción que la internacionalmente conocida banda Los Bunkers le dedicó la canción más importante de su carrera y de la historia del rock chileno, enmarcada en el álbum Canción de Lejos.
Una década después en las multitudinarias manifestaciones de 2011 contra Hidroaysén se escuchaba fuerte y claro: “ Si quieren represas inunden La Dehesa”. El clamor de justicia ambiental de Miño se había masificado en el movimiento social y había trascendido las fronteras de Maipú.
Porque Miño no es solo Miño. Nuestro vecino representa a todos esos chilenos de Coronel, Lota, Alto Bío Bío, Puchuncaví, Antofagasta y tantas otras zonas que han enfermado y muerto por culpa del desarrollo injusto que hace que las comunas que más se benefician económicamente de él como Vitacura, Las Condes y Providencia, no tengan siquiera una empresa contaminante en su privilegiada zona, mientras la salud y bienestar de los afectados por su irresponsable actividad pasa al cruel olvido.
Lamentablemente hoy en día la realidad no dista mucho e incluso ha empeorado. Tenemos en nuestro territorio de Maipú-Cerrillos decenas de empresas peligrosas, que vuelven irrespirable nuestro aire, gastan nuestra agua y ensucian nuestro suelo. Todas ellas además tienen el descaro de instalar sus casas matrices en el sector oriente de Santiago por lo que ni sus impuestos territoriales los pagan en Mapú- Cerrillos.
La nueva nueva Carta Magna es la puerta de entrada para decir basta a todas estas injusticias. La Constitución actual esta pésimamente diseñada en esta materia y apenas versa una línea respecto del derecho de las personas de vivir en un ambiente libre de contaminación.
En una nueva Constitución es indispensable definir claramente qué es contaminación e incluir las distintas tipologías de ella que se observan a lo largo y ancho de nuestro país.
Asimismo se debe establecer un sistema institucional que garantice plenamente la justicia ambiental, con mecanismos explícitos y herramientas constitucionales factibles de aplicar en la defensa de la justicia ambiental de las diversas realidades concretas de Chile.
Hay quienes para defender la opción del Rechazo dicen que la Constitución no se come y por ello no importa lo que pase con ella; al menos tengo la certeza que la Constitución sí se respira y que la actual expele un aire verdaderamente tóxico.
Por ello, para descontaminar nuestras comunas y defender nuestro naturaleza APRUEBO el 25 de octubre y voto Convención constitucional.