Opinión: La toma del Santiago Bueras, su bajada y un saqueo que ataca el corazón del movimiento estudiantil

La toma del Liceo Santiago Bueras de Maipú duró exactamente 14 días. Los alumnos del colegio decidieron extremar medidas, ante la nula respuesta de la Corporación de Educación Municipal de Maipú (CODEDUC), al petitorio entregado el año pasado, donde se demandaban soluciones en infraestructura, entre otros temas.

Tras la toma, escribí una columna de opinión, en la cual entregué, en mi calidad de ex alumno y hoy apoderado de mis hijas, un amplio apoyo a los estudiantes que habían decidido ejercer la toma, como última medida, ante un sistema escolar que los precariza y los condena a vivir en salas donde el frío se siente, y la lluvia se cuela sin tregua.

Como medio de comunicación, dimos un paso más y, siendo fieles a nuestros principios fundacionales: los mismos en los que declaramos que la objetividad es una quimera, y que creemos en un periodismo comprometido con su comunidad, realizamos un streaming de una jornada bella, donde aparte de música, hubo mucha conversación con los estudiantes. Una jornada donde nos mostraron el colegio, y nos hablaron de sus sueños, anhelos y esperanzas.

Días antes, y con un frío que calaba los huesos, ante un círculo de alumnos de la escuela, les hablé sobre la importancia de cuidar el colegio tomado. No recuerdo exactamente el orden de mis palabras, pero tengo claro haberles advertido, la necesidad de cuidar su liceo. El argumento era simple: “no pueden haber destrozos, en un colegio donde sus alumnos claman por mejoras en infraestructura”. Incluso ese día fui más allá, y les comenté que en las tomas -por lo general- ante el cansancio y el desgaste, era habitual que aparecieran alumnos que proponen la violencia, y el vandalismo como medio de lucha. Les pedí que los pasaran por alto, y los mantuvieran a raya. “Pueden hacer mil cosas buenas, pero si destrozan algo por pequeño que sea, buscarán criminalizarlos”, les dije. Creí haberme dado a entender de buena forma. Sin embargo, no fue así.

El día martes 27 de junio, la toma fue bajada por los alumnos, tras someterse a un proceso de negociación con la CODEDUC. A diferencia de otras ocasiones, los alumnos, no tenían piso para poner muchas condiciones. Habían fallado de manera estrepitosa en su movimiento.

Liceo Santiago Bueras: Crónica de un saqueo

Hay que decirlo con todas sus letras. El Santiago Bueras, en medio de la toma, fue saqueado. Todos los proyectores de la escuela fueron sustraídos, hubo destrozos y pérdidas millonarias. Tras conversar con algunos de los involucrados, me señalan que fueron personas externas, llevadas por alumnos del colegio, los que cometieron los delitos.

Por ello, cuando los alumnos del Bueras se sentaron a negociar con la CODEDUC, ya no tenían nada que pedir. En estricto rigor, los alumnos fueron a pactar las condiciones de su rendición.

Este redactor ha intentado con esmero dilucidar lo que pasó. Varias versiones indican que fueron adultos, ingresados por alumnos, los que perpetraron el robo y dieron rienda suelta al vandalismo. “Eran unos punks”, dice una alumna que pide mantener su nombre bajo reserva.

Aunque si lo pensamos bien, los que saquearon el colegio no merecen ser llamados “punks”, ni “hippies”, ni “revolucionarios”. Simplemente son delincuentes. E idiotas.

Razones para un fracaso

Hoy quizás lo que más me convendría, sería escribir una columna de opinión reconociendo que me equivoqué, y acusando hasta un engaño por parte de los alumnos del Santiago Bueras. Sin embargo, me niego a hacerlo. Y me niego porque sé lo que vi, y escuché de esos alumnos. La mayoría eran muchachos bien intencionados. Llenos de ideales, y que se rebelaban a la idea de estudiar en condiciones indignas.

La toma del Bueras fracasa y termina así, por múltiples motivos. No me logro sacar de la cabeza, la idea -por ejemplo- de que si los padres tomaran un rol más activo, y decidieran dar estas luchas con sus hijos, las situaciones estarían mucho más contenidas.

También pienso que la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (CONES), que tiene cercanías con varios de los dirigentes del Bueras, debería hacerse más presente. Capacitando a sus afiliados, y salvaguardando procesos que le terminan haciendo mucho daño, a sus luchas, que insisto, son justas.

Que no se aprovechen

Lo del Bueras es inaceptable, y a nivel discursivo no se sostiene. Peleaban por un mejor colegio, y tras dos semanas, devuelven uno aún más empobrecido. Sin embargo, el error de los alumnos del Bueras, no debe ser aprovechado por aquellos que -históricamente- le han fallado a la escuela.

Porque en el Bueras se ha institucionalizado la excusa de que “no hay plata”. Sin embargo cuando uno ve que el General San Martín inaugura cineteca y hoy está ad portas de inaugurar una piscina temperada, siendo ambos municipales, a juicio de este redactor, lo que queda claro es que en un colegio no hay gestión.

Los problemas del Bueras deben ser subsanados y los responsables externos, deben ser perseguidos judicialmente. Tener un doble discurso en ese sentido, no sólo me resulta inmoral, sino que demostraría que, a la hora de exigir derechos, todo camino es válido.

En el Santiago Bueras sus alumnos se han equivocado y deben sacar lecciones de lo que pasó. Los que incitaron la violencia, no merecen ser buerinos. Y si hace algunas semanas nos quejábamos del poco apoyo que genera el movimiento estudiantil, entre los padres y apoderados del Liceo, hoy el llamado -a los alumnos- es que se preparen para lo peor: a todos aquellos que los acusaban de violentos y de no tener trasfondo -lamentablemente- les terminaron dando la razón.

Por eso lo sucedido en el Bueras es un ataque al corazón del movimiento estudiantil, que marcará un precedente y que criminalizará a todos aquellos que, en un futuro, quieran ejercer las tomas de sus colegios, reclamando mejores condiciones. Si tienen o no razón en sus demandas, dará lo mismo. El daño ya está hecho.

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Nicolás Aravena

Fundé La Voz a los 21 años. Dicen que escribo bien, me apasiona la política, fotografía y entender el mundo que habitamos. Dejé de fumar hace poco, hago chistes malos y bailo pésimo

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