La diversidad es una característica inherente -que nos pertenece- a todo ser viviente y
sintiente, la que nos hace diferentes unos de otros, por tanto, marca nuestras vidas, su desarrollo y cómo contribuimos a la sociedad.
Sin embargo, hay diversidades que quedan fuera de la “normalidad” y, por tanto, pasan a ser grupos excluidos y discriminados, históricamente vulnerados, no sólo por el mismo sistema, sino que, también, por la sociedad en su conjunto, sin empatía ni respeto por el otro.
Maipú, por su tamaño, es una de las comunas que mejor representa esa diversidad, ya sea por su geografía, historia o cultura; nuevas vecinas y vecinos llegan a diario y, por cómo se ha moldeado durante décadas, es una comuna fiel representante, además, de lo que ocurre a nivel nacional.
Así, vale decir que en Maipú viven más de 10 mil personas extranjeras (Departamento de Extranjería y Migración); 54 mil personas se identifican con algún pueblo originario (Oficina de Pueblos Originarios de Maipú y CONADI), de las que 50 mil se reconocen Mapuche y 4 mil, entre Aimaras y Rapa Nui; más de 23 mil personas están en alguna situación de discapacidad (SENADIS y Oficina de Discapacidad de Maipú); 2 mil personas han contraído Unión Civil con alguien del mismo sexo desde 2017 (Registro Civil) y se estima que unas 45 mil personas se identifican con la comunidad LGBTIQ+ (Oficina de Diversidad de Maipú).
Si uno logra dimensionar esta realidad se dará cuenta que esas diversidades han sido eclipsadas en Chile por la discriminación, la exclusión y la violencia. Y nos dicen que en Maipú tenemos una deuda histórica, pero, también, un desafío importante en el presente y futuro, donde generar acciones afirmativas o políticas públicas locales para estas más de 130 mil personas.
Eso debiese ser una de las prioridades de la institución municipal, como declaración de principios, pero, también, generar un trabajo que aúne las voluntades políticas que puedan y permitan trabajar en el valor de la diversidad, como un motor de desarrollo cultural, social y político.
En la actual gestión, con Cathy Barriga, las oficinas municipales encargadas de velar por estas más de 130 mil personas, no tienen la capacidad presupuestaria para la ejecución de sus planificaciones anuales, debido a las deudas y mala administración; pero, también, la redistribución de presupuesto que beneficia a algunos proyectos “emblemas” de esta administración, por tanto, las oficinas representativas de las diversidades, siguen en el engranaje municipal y político postergadas frente a las metas que el municipio decide plasmar.
Para describir mejor lo que ocurre se ha recortado presupuesto de oficinas (Oficina de Diversidad 2016: $54 millones; 2017: $6 millones), se despiden funcionarios, mientras hay oficinas físicas saturadas y en mal estado, u otras pagadas y subutilizadas.
En lo social, además, existe una gestión municipal con relaciones cortadas, incluso con organizaciones sociales con gran trabajo a nivel nacional, como fundación Selenna, fundación maipucina para niñez trans, quienes no poseen espacio físico donde reunirse, ni mesa alguna donde participar.
Nuevamente entonces, esta gestión en especial la figura mediática de Cathy Barriga, que mucho pudiese hacer, eclipsa a las diversidades de la comuna, condenándolas al círculo vicioso de la vulneración histórica.