A propósito de la brutal balacera que tuvo lugar ayer en la Plaza de Maipú pueden existir dos interpretaciones. Podemos hacernos los sorprendidos, e incluso sumarnos a la indignación que la máxima autoridad comunal: Cathy Barriga, emite a través de sus redes sociales personales.
Somos libres, por ejemplo, de asumir que como comuna estamos jodidos. Porque si escuchamos con atención a Barriga, lo que veremos no es a una alcaldesa, sino a cualquier hijo o hija de vecino haciendo un reclamo ante el gobierno de turno. En su live por Instagram, Barriga nos dice que ha enviado oficios, que ha tenido reuniones, y se lamenta porque, en términos bien simples, nadie le está prestando atención.
Y va más allá. En su alocución se permite la reflexión y critica que las policías y el gobierno sean reactivos a los hechos y no hagan las cosas con antelación.
Si uno no conociera la realidad de Maipú, podría incluso creerle a Barriga y sumarse a su enojo. Pero las cosas son diferentes.
La alcaldesa habla de ser reactivos ante la delincuencia, cuando Maipú y los barrios la padecen a diario. Y si hoy como comuna somos tema a nivel nacional, es porque la sangre y las balas llegaron al corazón de Maipú, lejos de la periferia.
Habla de ser reactivos, cuando tras más de cuatro años al mando del Municipio, recién por estos días el programa «Maipú Seguro» -o «Maipú Inseguro», como le dicen las personas que viven acá-, comenzó a hacer diagnósticos participativos.
Y se queja de que no la escuchan, cuando su gestión ha consistido básicamente en no escuchar a nadie. Ni a las personas, ni los medios, ni la sociedad civil organizada.
Porque si uno no supiera lo que pasa en Maipú, podríamos comprender a la exConsejera Regional en su enojo, pero las vecinas y vecinos saben que lo de hoy no partió hoy.
Los y las habitantes de la periferia conviven a diario con las balas y los muertos. Y los ajustes de cuenta incluyen las quemas de casas. Y eso lo sabe Barriga hace meses.
Sin embargo, todo parece indicar que los oficios y las reuniones no están siendo fructíferos y la gente comienza a darse cuenta que no basta con los bailes, el tik tok y las coreografías. Ayer Maipú, en el día que cumplía 128 años, vio cómo su plaza -otrora majestuosa- se convirtió en un persa lleno de ambulantes.
Hoy las vecinas y vecinos de la comuna, ven que a Barriga le sobran las excusas, oficios y berrinches, pero le falta conocimiento, seriedad y sobre todo gestión. Y es por ello, junto a todo el descalabro financiero que Barriga exhibe al mando de la municipalidad, que Maipú, tristemente, no resiste un día más en manos de una persona que en cuatro años, nunca comprendió lo que significaba ser alcaldesa de la segunda comuna más poblada del país.