Hace unos días fueron entregados los resultados de la Prueba de Transición Universitaria. 180 estudiantes formaron parte del selecto grupo de Puntajes Nacionales, algunos de ellos, como es tradicional, asistieron al Palacio de La Moneda para ser homenajeados por el presidente de la República.
Recibieron reconocimiento al esfuerzo, al mérito propio o incluso familiar, a la superación de las adversidades en algunos casos, o el abierto privilegio que les permitió obtener esa distinción nacional.
Sin embargo, es importante mencionar que la Prueba da cuenta de una de las mayores expresiones de desigualdad en nuestro sistema educativo, motivado por la poca mirada sistémica de las políticas públicas, y el individualismo como elemento fundante del Chile de los últimos 40 años.
Todos los años al conocer los resultados vienen los mismos análisis: “se amplía la brecha entre establecimientos públicos y privados”, “disminuyeron los puntajes nacionales en los colegios municipales”, “terremoto educativo, liceos emblemáticos no logran quedar entre los mejores puntajes del país”.
Con estos titulares, muchos municipios corren apresuradamente a replicar los modelos del gobierno central y convocar a sus estudiantes que obtuvieron ese triunfo del Puntaje Nacional, con ello muchas veces se busca reconocer ante la opinión pública que no lo están haciendo mal, y que también pueden pertenecer al selecto grupo de laureados, dejando de lado que continúan reproduciendo prácticas competitivas de manera individual, agudizando con ello el dolor de miles de jóvenes que con igual esfuerzo, igual mérito, no lograron obtener el puntaje máximo en las pruebas.
Una política educacional que se haga cargo de las brechas que existen hoy en el sistema educativo y que se la juegue por una mayor igualdad es la que queremos impulsar desde la Corporación Municipal de Educación de Maipú y también desde la gestión del alcalde Tomás Vodanovic.
El Estado y sus instituciones han logrado en los últimos años acortar esa brecha de entrada, promoviendo políticas públicas de equidad como el PACE, Propedéutico, el Ranking de egreso o la gratuidad universitaria, que busca equiparar en parte la cancha, y reconocer el trabajo colectivo de las comunidades y la ausencia de apoyo social en sectores altamente vulnerados, en contraposición a las becas al mérito que buscan continuar reproduciendo esa desigualdad. Sin embargo, aún nos queda mucho por hacer.
Los triunfos son siempre colectivos y los fracasos también. Como sociedad debemos avanzar en un trabajo sistémico, con apoyo a las familias, a los equipos docentes y directivos, a mejorar las condiciones educacionales de todas y todos nuestros estudiantes. A diversificar los aprendizajes y aumentar los programas de acceso a la educación superior de los sectores más postergados de la sociedad.
El mérito no está en el máximo puntaje exclusivamente, sino en aquellos estudiantes y comunidades que lograron que quienes tenían todo en contra, pudieran igualmente continuar sus estudios superiores, con gratuidad, nivelación y acompañamiento.
Sería importante no sólo reconocer a esos 180 estudiantes y familias, sino también a los 119.000 que lograron ingresar a la universidad, y a aquellos que por distintos motivos no lo lograron, acompañarlos en ese tránsito colectivamente, para efectivamente transformar la sociedad, y construir un nuevo Chile, que deje de reconocer el mérito individual y comience a mirarse más como comunidad.
Ignacio Cáceres Pinto,
Secretario General de la Corporación de Educación
Tal vez te interese leer: «PAES»: La nueva Prueba de Acceso a la Educación Superior entrará en vigencia desde diciembre de 2022