La percepción que tenemos aquellos que observamos la política comunal desde fuera, es que el candidato a alcalde de la oposición: Christian Vittori Muñoz, se la ha jugado por contradecir una de las normas básicas de los libros de marketing político. Esta dice que el candidato “jamás debe ser su propio jefe de campaña”. No obstante da la impresión que las cosas sobre la candidatura de Vittori, las decide el propio Vittori. Mal no le ha ido, pues ganó dos elecciones primarias para lograr ser electo candidato.
Pero Vittori no está solo. Le acompañan en su camino a la alcaldía un grupo de díscolos funcionarios municipales, que en su momento contravinieron el parecer del Alcalde Undurraga, quien se la jugó por David Morales (alcalde de Isla de Maipo) en las primarias de enero pasado organizadas por la DC. El grupo de disidentes, al parecer está enquistado en el Departamento de Deportes. Un cronista local con sede en Guanaqueros, los bautizó de “Sherpas”, en honor a aquel pueblo de Nepal famosos por guiar a escaladores por los siempre complicados “Himalayas”.
Los “Sherpas” son comandados por Freddy Campusano, connotado militante de la DC quien se la ha jugado por Vittori con ahínco. Pero los Sherpas no son los únicos que buscan guiar y salvaguardar al candidato en la escalada que significa llegar al Municipio de Maipú…
Vittori tiene gran despliegue territorial y ahí la cabecilla es Adriana Mena; la Dirigente Social y Presidenta de la Unión Comunal 1 de Juntas de Vecinos de Maipú, deja los pies en la calle por su candidato. Ella es operadora, gestora y convoca a un gran número de personas. El cronista de Guanaqueros alguna vez la trató de “vieja”, sin embargo rectificó para darle paso a un apodo más simpático: “Madurona”.
Otro que está cerca de Vittori, es el Presidente Comunal de la DC: Rodrigo Velásquez. Otrora adversario de Christian (no hablaba muy bien de él), hoy le sigue, lo llama y lo aconseja. Algunos creen que Vittori en algún momento le cobrará la cuenta. Otros creen que –como siempre- Velásquez logrará salir a flote.
Y así podríamos ir nombrando grupos o facciones de poder que tienen objetivos idénticos: lograr que Vittori sea el próximo alcalde de Maipú. Sin embargo en las formas de ejecutar la campaña, a veces tienen visiones muy distintas. Vittori escucha a todos y luego, tal vez a solas con su almohada, decide el rumbo a seguir. De momento, pocas veces le ha fallado la intuición.
Y si la campaña de Vittori logra avanzar, como hasta el momento, de forma tan pulcra es porque esos grupos de poder rara vez se topan. Están ahí, quieren todos al candidato para sí mismos, pero no se ven.
Sin embargo la creación de un comando de campaña cambia el puzzle para Vittori. En ese inmenso terreno de 5.200 metros cuadrados, tendrán que convivir sherpas, maduronas, históricos DC, desencantados de Undurraga, enemigos de Ovalle, Ovallistas desencantados, Vittorianos históricos y todos, créanme, todos tendrán opiniones que defenderán con pasión.
Para muestra un botón; el día que se inauguró el comando, me preocupé de escuchar y mirar situaciones. Cuando al escenario subió Undurraga, Bortnick, Herman Silva, entre varios otros, muchos gritaban “que suba la Adriana, que suba la Adriana”. No obstante un grupo pequeño comentaba “¿y que tiene que ir a hacer la Adriana allá arriba?”. Esas situaciones, de tensiones internas de seguro, de no mediar formas de trabajo que propicien el orden, le acarrearán varios problemas y ruidos a la campaña de Christian Vittori.
En términos simples, el comando de Vittori será el envase donde muchas veces el agua y el aceite tendrán que juntarse. O a lo mejor con 5.200 metros de espacio Vittori se asegura de tenerlos a todos dentro, pero sin mucha convivencia. No sería mala la idea. Tampoco sería extraño de Vittori que buscara una solución en ese sentido.