La desilusión política a nivel social es gigante, la revuelta social iniciada el 18 de octubre del año pasado es la evidencia de una actual crisis de representatividad institucionalizada.
Bajo la mirada social, la política institucional está siendo cada vez menos representativa, casos de corrupción, colusión y sobre todo malas gestiones desde las políticas públicas han sido factores muy importantes para el efecto de este.
Las diferentes movilizaciones que hemos vivido desde el 18 de octubre del año pasado hasta la fecha, no solo muestran el descontento social, sino que dan a entender una actual crisis democrática representativa, esto alude simultáneamente a la apatía ciudadana, al encapsulamiento y alejamiento de las elites políticas de sus bases sociales.
Los partidos políticos, por ejemplo, han bajado proporcionalmente las cifras de inscripción durante los últimos 20 años ¿Cuál es el problema de esto? A la larga los partidos políticos se han visto en un estancamiento institucional, no se han adaptado a las circunstancias sociales, no hacen una renovación, no dan propuestas de mejoras, se cierran a dar oportunidades a liderazgos juveniles y terminan por no hacer prácticas de políticas en cuanto a la demanda social para asegurar una mayor participación democrática representativa, lo que provoca una nula relación con los ciudadanos, principal canal para encarar nuevos desafíos políticos.
A propósito de desafíos políticos, una de los grandes proyecciones es el proceso constituyente ¿será la formación de una nueva constitución la reconciliación social-institucional? El proceso constituyente tiene ciertas exigencias que son necesarias de responder, como la equidad de género; la no privatización de recursos naturales; el reconocimiento a los pueblos originarios; un sistema de educación, salud y justicia justos; el respeto hacia los derechos de los migrantes; y el cambio de una democracia desigual a una igualitaria, si no se cumplen con estas características serán inciertas las revueltas sociales que se podrían aprontar y complicar cada vez más al gobierno de turno.
Asimismo, el desarrollo de una nueva Constitución debe tener las herramientas necesarias para tomar las demandas públicas, reconstruir la confianza de los ciudadanos y generar lazos políticos institucionales, por lo que conllevará al fortalecimiento de canales de participación, que no solo se de a través de votos, sino a crear instancias de consulta ciudadanas, cabildos, el fortalecimiento de movimientos sociales, entre otros.
Se viene un periodo incierto, la representatividad está en crisis y la esperanza de que se pueda frenar todo este malestar social recae en el proceso constituyente, como oportunidad para que la ciudadanía se encante de los procesos políticos y, a su vez, se creen puentes de participación ciudadana. Los roles institucionales deben cambiar de visión y apuntar a la inclusión social, a la renovación y siempre a los desafíos de la democracia, que se transmite en superar la desigualdad en el plano político.
Frente a todas las adversidades posibles se espera que haya participación, ya que una democracia sólida requiere de una inclusión política de todos los grupos sociales. El denominado “(Re)encantamiento” político recae finalmente en el empoderamiento de los espacios de representación y canales de participación. Aprovechemos la oportunidad de ser ciudadanos.
*Por: Juan Francisco Tirapegui Espinoza – alumno de Ciencia Política Universidad Central de Chile.