Sebastián Briceño: El guardián del mito de Maipú

Sebastián Briceño es nuestro vecino. Ha estado en esta comuna por 30 años, cuando tuvo la oportunidad de irse, no lo hizo, es más, solo se cambió de cuadra y pasó de casa a departamento, pero en el mismo barrio.

Sebastián Briceño es del Wanderers, es soltero, es ingeniero en administración, es trabajador de Latam hace años, pero nada lo define mejor que ser poeta. Sí, Sebastián es poeta de Maipú, un oficio extinto, dentro de la literatura que él mismo define como «muerta».

Sebastián recuerda las chacras, donde iba a comprar cebollas cuando niño, recuerda los árboles en la Avenida Pajaritos, recuerda el campo, recuerda el barrio que parece ser cada vez más ciudad. Según él la tecnología, los avances, la ciudad: alejan a la gente de los libros, de la literatura y de los poemas.

“El rol del autor en la actualidad, es mantener el combate con la tecnología. Los poetas estamos obligados a mantener ese acto de rebeldía contra la tecnología. Somos los guardianes del mito, según Jorge Teillier”, me dice Sebastián.

Sebastián reconoce que conoció la poseía ya grande, en la enseñanza media, en la biblioteca del Salesianos, donde encontró un libro de Nicanor Parra: «Chistes para desorientar a la policía».  “Yo tomé el libro y me impacto. Me voló los sesos esa publicación. Fue tan así que el libro nunca lo devolví a la biblioteca”, me reconoce entre risas.

De un libro de Nicanor Parra, Sebastián conoció la poesía, por lo mismo él no sigue la corriente clásica de la poesía. Con Nicanor como inspirador no podía ser de otra forma. Lo de Sebastián son los antipoemas.

«Nicanor me hizo ese cambio, de que la poesía no solo era Neruda. Ni que era romanticón, ni cursi, sino que podía ser incluso imágenes visuales, una poesía conceptual, con caligramas, con chistes con un montón de elementos que la poesía tradicional no tenía”.

Tanto es su entusiasmo por Nicanor que fue a su casa en Las Cruces, a llamar desde afuera, pero no salió. Fue 6 veces y las 6 no salió. La séptima, en el 2012, encontró la reja abierta por lo que le escribió una carta que iba a deslizar bajo la puerta, estaba en eso, cuando Nicanor le abrió la puerta.

Sí, Sebastián es un privilegiado y tiene la fortuna de contar que pudo conversar, con tiempo y distendido con Nicanor Parra.

Según Sebatián, «parte de Parra es no tener el Nobel. Claro, el Nobel es para Neruda, pero Parra no necesita el Nobel. Es parte de su antipoesía. Parra no se beneficiaría del Nobel, sino que el Nobel de Parra».

«Siempre quedarán guardianes del mito. La poesía está muerta y dando sus últimos respiros. Hay muchos poetas jóvenes dándole respiración artificial». 

Chile país de poetas

Dicen que Chile es un país de poetas, «pero a los poetas nadie los pesca. Yo estuve en la feria del libro de acá Maipú y antes de mí estaba Pedro Engel. Se fue Pedro Engel y se fue el 80% de las personas», me dice con desazón Sebastián.

Sebastián reconoce que hay una deuda tremenda desde la educación formal con los poetas, con la literatura en general. «Siempre te enseñan a Pablo Neruda y Gabriela Mistral, que son el papá y la mamá de la poesía, pero hay muchos más: Pablo de Rokha, Vicente Huidobro, Nicanor Parra, Jorge Teillier, Gonzalo Rojas y muchos más. La misma Violeta Parra, ella escribe en décimas, pero es una poeta«, agrega ya más enérgico.

La autogestión

Sebastián ya tiene dos libros publicados: el primero, fue en el 2011 “Antipoemas de amor y odio” fue una autoedición; el segundo, en el 2016, “Las prosas suicidas”, en este caso, con amigo hicieron una editorial, «Húsar de la muerte», para poder publicar.

“Esto, porque las grandes editoriales no te pescan. No me interesa el vender o la cuestión comercial. A uno lo deja satisfecho publicar”.

Sebastián, sabe que publicar es lo primero, pero luego viene la otra parte difícil: difundir. “Llegar a una librería grande, es complicado. Lo que hacía yo era vender en los quioscos de diarios. O llegaba a las librerías grandes, Antártica, por ejemplo, y ponía un libro mío en la vitrina sin que se dieran cuenta. Era una forma de hacer publicidad, ir contra el sistema”, me comenta con orgullo Sebastián.

Hoy, Sebastián se encuentra trabajando lejos de los antipoemas, se orientó, solo por un tiempo, al relato. Sebastián se había esperanzado con que la selección chilena llegara al mundial de Rusia, es por ello que comenzó a buscar historias anecdóticas, reales, sobre el fútbol que en algún punto se liguen con Chile.

«Han salido historias muy buenas e interesantes.  Por ejemplo, la de un jugador chileno que se desempeñó en los años 50, en una liga inglesa, Jorge Rebledo. De él  hay una imagen en un disco de Jhon Lennon. John Lennon tenía 11 años e hizo un dibujo del gol de Jorge Rebledo, el que le dio la victoria. Un periodista de Valparaíso se dio cuenta que esa imagen era del jugador chileno», me comenta curioso Sebastián.

 La Jaula

Observando las aves enjauladas de mi abuela,

Aves que cantan, trinan y vuelan sin un rumbo determinado,

Aves que son esclavas de esos metros cuadrados

Con sus alas cortadas,

Alimentadas, aseadas y siempre con agua fresca para beber,

Cómodas, confortables, sin preocupaciones

Mientras la pequeña puerta de su celda queda abierta,

Su leal celadora realiza sus menesteres

Y las aves a escasos centímetros de la libertad jamás la tomán,

Nadie escapa de esa rutina.

Pienso a la vez en el ser humano,

Este con su libertad a escasos pasos y decisiones nunca

escapa del todo

Ni alcanza su real liberación

La gran diferencia es que las alas del ser humano nunca son

cortadas.

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Marlene Valladares

Maipucina desde la cuna, de El Abrazo, para ser precisa. Feminista, hija, hermana, amiga y tía. También, periodista de historias sencillas, del cotidiano y la calle, pero sin sacar el ojo en la élite de la comuna y del país. Con sana afición a la fotografía, al diseño y mucho amor a las comunicaciones.

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