Solos en la noche: Albergue Municipal para personas en situación de calle no da abasto

Esta semana el clima ha sido el gran enemigo de un grupo de personas que viven en situación de calle en la comuna de Maipú. Si el lunes 1 de junio la mínima llegaba a los 7 grados, con vientos de 7.4 kilómetros por hora, la madrugada del sábado caía a 0 grados. 

Con el invierno a la vuelta de la esquina, la gente más desprotegida por la sociedad, debe tolerar noches con frío y con la indiferencia de todos aquellos organismos estatales y municipales, que deberían velar por su derecho a la vida. 

Es 1 de junio de 2020 y Ana Leiva Vargas, vecina de Maipú, pasará la noche en vela. Nos escribe a través de nuestro fanpage, en Facebook, contándonos que a dos casas de la suya, apareció un caballero en situación de calle. 

Cuando el reloj se acercaba a las 20 hrs, el hombre dormía, y el frío asomaba peligroso. ¿Qué hacer?, se preguntó la vecina, que pertenece al selecto grupo de aquellos que sienten empatía por otros seres humanos. 

Ana Leiva sostiene que: “Empezamos a llamar a carabineros y vinieron en dos oportunidades. La primera vez llegó una patrulla y dijo que ellos no podían hacer nada. Que no lo iban a subir al carro y que había que llamar a la ambulancia”. 

Carabineros cerraba las puertas a cualquier ayuda y Leiva comenzaba su noche de desvelo y rabia. Porque esa noche apenas cerró los ojos, mirando a un ser humano que dormiría tapado por un colchón.

La vecina preguntó a la policía si era posible que ellos gestionaran la ambulancia, “pero me dijeron que no, me dijeron que llamáramos nosotros, que ellos no estaban para eso. Con rabia les pregunté que si el caballero moría ¿qué debíamos hacer?”. La respuesta está para enmarcarla: “me dijeron que ahí nos tiene que llamar”.

Y se fueron. Indolentes y reacios. 

Leiva no se quedó de brazos cruzados. Consiguió el teléfono del albergue municipal para personas en situación de calle y les dijeron que esa noche estaban colapsados. 

Luego probó suerte con el Ministerio de Desarrollo Social, donde “me tomaron todos los datos y me dijeron que podían venir como en dos horas o más”… pero nunca llegaron.

Lo único que consiguió Leiva fue que el Municipio llegara con un colchón a la calle. Ante el funcionario municipal, comenzaron los reclamos “¿Cómo no pueden ponerlo en un rinconcito del albergue municipal con el colchón?”. 

Así durmió una persona que no alcanzó cupo en el albergue municipal

La vecina se enfrentó a un mar de negativas y se paró ante un montón de puertas que comenzaban a cerrarse, no para ella, sino que para el hombre que dormía con frío. De ahí vino la indignación. “Le dijimos (al funcionario municipal) que íbamos a subir lo que pasó a redes sociales”. La respuesta del hombre (en palabras de Leiva) terminó por convencerlas: “Nos dijo que subiéramos las fotos no más, porque el municipio tiene plata y a nosotros no nos dan ni protección. Que llevaba un mes trabajando con la misma mascarilla”.

Con toda la rabia del mundo, Ana Leiva Vargas subió el relato a facebook. En cuestión de minutos, nuestras lectoras y lectores nos avisaban de lo sucedido. Al cabo de unas horas, estaría entrevistando a Leiva por chat, mientras ella se asomaba -de vez en cuando- a ver si el hombre seguía con vida. Esa noche el caballero durmió tapado con el colchón.

Pero las redes sociales son un arma de doble filo. Y llena de personas que pontifican y critican. Porque a la vecina que agotó todas las instancias para ayudar a un ser humano, algunos le criticaban no haberse llevado al caballero a dormir a su casa.

Y la verdad es que lo hizo. Llevó frazadas y almohadas. E intentó despertar al hombre, para llevarlo a dormir a su patio techado, que es un poco más abrigado. Pero el decía que no quería. Tampoco -es bueno decirlo- es llegar y tomar a alguien en situación de calle, menos en un contexto de pandemia, con un virus dando vueltas.

Esa noche publicamos el reclamo en nuestro fanpage, con la esperanza que alguien ayudara a la persona, que decía haber venido de Valparaíso a buscar trabajo en Santiago. 

Pero esa noche fría, hubo instituciones que no funcionaron y una vecina que no pegó un ojo, a pesar de que en unas horas entraba a trabajar.

SE ABRE UNA CAJA DE PANDORAS

El caso, publicado en nuestro fanpage, abrió una caja de pandoras. Ex trabajadores del albergue entraron en contacto con La Voz. Tras doble chequear identidades, y revisar que efectivamente hubiesen trabajado en el municipio, accedimos a testimonios que dan cuenta de la importancia que la gestión municipal le da al albergue.

“Hoy el programa calle vive su mayor crisis desde su creación”, nos indica un ex trabajador. Denuncia que no hay medidas sanitarias efectivas para los funcionarios que ahí se desempeñan, y que criticar u oponerse es motivo suficiente para ser desvinculado. 

Inaugurado oficialmente el 6 de julio de 2015 por el ex alcalde Christian Vittori, el programa para personas en situación de calle comenzó su funcionamiento en el Liceo Santiago Bueras con una capacidad de 30 vecinos. 

Con la llegada de Barriga al Municipio, el programa -acusan ex trabajadores- “comenzó a perder fuerzas y recursos, pues Barriga canaliza todo a través de la Dirección de Urgencias Sociales, que es el invento que ella hizo para ayudar, en este y otro tipo de situaciones”. 

Del Santiago Bueras el programa se trasladó a los camarines de la piscina municipal de Maipú. Un espacio que se puede ocupar, toda vez que en tiempo de invierno esta permanece cerrada.

“Este año, justo este año, el albergue bajó su capacidad de 35 personas por noche a 20 personas por noche”, nos cuenta el extrabajador. El motivo -nos indica- es que los camarines fueron remodelados (se gastó 165 millones de pesos en remodelarlos), y con los cambios que les hicieron.

“Quedaron bonitos los camarines, pero los cambios son fatales para la gente en situación de calle. Se tuvo que reducir la capacidad y si hoy me preguntas, te diría que la visión municipal fue que había que hacerlos entrar en el albergue a como dé lugar, para dar una visión a la comunidad que se está ayudando”, pero en la práctica no es así.

Desde el Municipio una trabajadora indica que “el albergue se redujo a 20 espacios, porque el MINSAL envió ese instructivo para que ese fuera el espacio”. Sin embargo, los ex trabajadores indican que “la piscina se está reacondicionado porque la SEREMI de salud lo exigió, a raíz del bañista muerto. Nosotros desconocemos el instructivo MINSAL, sin embargo, si fuera cierto ¿por qué no hacer más albergues para 20 personas?

Una fuente ligada al mundo de la gente en situación de calle, explica que no existen cifras oficiales de cuantas personas sin casa deambulan por la comuna: “es una cifra difícil de determinar, pues son población muy flotante. Hace un tiempo atrás te hubiera dicho que eran 120 aproximadamente, pero hoy vemos que llega gente al parque 3 Poniente, por lo que la cifra se debe haber disparado”, explica.

APARECEN MÁS CASOS

Pero Ana Leiva no ha sido la única vecina que se ha ocupado de personas en situación de calle. Ayer publicamos en Facebook que un abuelo estaba en Claretianos con Avenida Sur. Con signos de hipotermia, se veía difícil que pudiera sobrevivir la noche.

Luego de incesantes gestiones de vecinos, el diario y un concejal, los vecinos lograron que personal de Maipú Seguro se apersonara en el lugar. Pasada la 1 de la madrugada, se logró el traslado de la persona hasta el Hospital El Carmen.

El traslado del vecino fue con cámaras y ampliamente difundido en las redes sociales del Municipio. Sin embargo, otros no corrieron la misma suerte.

El lunes 1 de junio en siglo XX con Portales una vecina nos enviaba fotos de un caballero que quedó fuera del albergue municipal. «El caballero en situación de calle me decía que no había alcanzado en estos días el albergue. Y que en otras ocasiones vecinos han llamado para que lo ayuden y no llega nadie. Pasa frío; comida le llevamos y tiene también, pero lo que es más grave es el frío»

Un hombre que no alcanzó lugar en el albergue

El martes 2 de junio en Olimpo con Nueva San Martín, apareció otra persona en situación de calle. Una vecina llamó al albergue y le dijeron que no habían cupos. Durmió tapado por latas de pizarreño.

Lo cierto es que el albergue municipal no está dando abasto, y en tiempos de COVID19, y fríos invernales que aparecen -en la noche- con más fuerza, muchos seres humanos se juegan la vida con cada grado más o menos. Por mientras, un puñado pequeño de vecinos y vecinas, hacen todo lo posible por abrigar y dar cobijo a aquellos más desprotegidos.

Vecinas y vecinos que no han perdido la capacidad de conmoverse, y que ven con impotencia, como para aquellos sin techo, ninguna institución parece dar el ancho. Al final del día estas personas están solas en la noche, dando batalla para conservar la vida. O la frágil idea de vivirla.

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Nicolás Aravena

Fundé La Voz a los 21 años. Dicen que escribo bien, me apasiona la política, fotografía y entender el mundo que habitamos. Dejé de fumar hace poco, hago chistes malos y bailo pésimo

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