El primer Boston College surgió en La Florida hace 16 años, del emprendimiento de los hermanos Julio, Claudio y Francisco Martínez. Bajo la modalidad particular subvencionada, su campo de acción de a poco se fue extendiendo y a la fecha cuentan con nueve colegios, dos de ellos, particulares pagados. La sociedad comercial sostenedora de los Boston College tiene presencia, además, en San Bernardo, Maipú, Pudahuel, Huechuraba y Alto Macul.
Desde el grupo cifran en 11.600 la cantidad de alumnos que instruyen. Cinco mil de los cuales, detallan, realizan talleres de deporte, sello de distinción de estos establecimientos educacionales. Según Francisco Martínez, ingeniero comercial de profesión, el copago que se les cobra a los apoderados es de 40 mil pesos. Agrega, que el 80% de los egresados continúa sus estudios en la educación superior y un 50% de ellos lo hace en la universidad.
Por todas estas razones, para Martínez el proyecto de la Reforma, que propone que los sostenedores con fines comerciales abandonen el lucro, se transformen en corporaciones o fundaciones y, en tal caso, puedan vender su terreno e infraestructura al Estado, lo afecta de manera importante. “Mi papá era profesor de Educación Física y mi mamá de la escuela Normal de Angol. Yo, literalmente, nací en una sala de clases. Con mis hermanos hemos hecho esto con esfuerzo y nos ha llenado de satisfacciones”, afirmó.
¿Han revisado las alternativas que plantea el gobierno? ¿Definieron si venderán, pasarán a ser sin fines de lucro o se privatizarán?
Los Boston College llegaron para quedarse. Nosotros vamos a seguir siendo colegio y si no se nos reconoce la infraestructura y tradición, tendremos que pasar a particular pagado. Hemos invertido más de $ 60 mil millones en infraestructura, por lo que no nos quedan muchas opciones. Y no voy a tomar la propuesta del gobierno.
¿Le resulta más rentable escuchar las ofertas del sector privado? ¿Lo han llamado para comprar sus terrenos y levantar un supermercado?
Me han llamado, pero no me interesa vender, ni al Estado ni a privados. Acá uno está por convicción, que es mucho más rentable que comprar y vender fierro.
¿Qué opinan los apoderados de la posibilidad de que estos colegios pasen a particulares privado?
Cuento con el apoyo de más de 22 mil apoderados. He conversado con los Centros de Padres y para ellos el copago no es un problema, lo que ellos quieren es que los niños se eduquen, tengan calidad y sean bien acogidos.
Con el aumento de la mensualidad, habrá apoderados que no podrán seguir pagando y tendrán que retirar a sus hijos del colegio.
Yo creo que habrá papás que no tendrán los recursos para duplicar su matrícula, y creo que voy a tener mucha fuga. Pero no es porque yo quiera, es porque me están obligando a abortar mi proyecto educativo tal cuál está concebido ahora. Me están cambiando las reglas del juego y me tengo que adecuar a las nuevas contingencias para no perder lo que hemos construido hasta ahora.
Pero al sufrir esta fuga, ¿cómo lo hará para mantener el colegio?
Con el apoyo de los bancos, que han confiado en mí desde el principio, podré aguantar y esperar a que pase la tormenta. Y tengo a los apoderados que han elegido el Boston College y me han mostrado su incondicionalidad. Y con los que sigan conmigo, vamos a defender el proyecto educativo.
¿Por qué habla de “aguantar la tormenta”?
Los colegios particulares subvencionados hemos soportado 30 años de cambios de gobierno, de reformas y de crisis económicas, y lo seguiremos haciendo. Los sostenedores no vamos a vender los colegios, no vamos a abandonar la actividad educativa y vamos a aguantar, porque como siempre, nos van a llamar de nuevo.
Pero eso podría no ocurrir…
Va a ocurrir. Si no, la educación quedará deficiente. Por ejemplo, el gobierno anunció la creación de nuevas salas cunas, pero hay que hacer al menos mil más y esas que faltan, ¿quiénes las construirán? Tendrán que, nuevamente, recurrir a los privados para poder seguir avanzando. Hay que tener educación gratuita, sí, pero eso no significa que todo lo demás está mal. Hay que construir sobre lo obrado. Además, yo creo que esta ley no será aprobada así como está.
Pero el gobierno tiene los votos en el Congreso para aprobarla.
Por ahora. Si tiene una reforma mala, en cuatro años más otro va a asumir el gobierno y se va a tener que cambiar, y las condiciones no se pueden estar cambiando cada cuatro años, es la educación y el futuro de los niños la que está en juego. Por eso, mejor hagamos las cosas bien de inmediato y lleguemos a un consenso nacional. No esperemos estar salvando esta situación después.
Entonces, ¿cuál sería la solución? ¿Dejar que la educación funcione tal como hasta ahora?
Por supuesto que no, yo estoy de acuerdo con que se tienen que hacer cambios, pero primero hay que abandonar las ideologías políticas y preocuparnos por la educación pública. Si lo que se quiere es nivelar hacia arriba, hay que ver cuál es la mejor forma de invertir los recursos, que son escasos, en los colegios municipales. Tenemos liceos emblemáticos que cuando yo era chico, eran de mucho prestigio, como el Barros Borgoño y el Aplicación, y que hoy se están cayendo a pedazos por recortes presupuestarios, y eso no lo podemos permitir.
Habla en plural ¿o sea que los subvencionados también podrían aportar a la solución del problema?
Si a mi el Estado me dijera que ya no va aumentar las subvenciones para ir en ayuda de los municipalizados, yo estaría totalmente de acuerdo, eso es hacer patria. El problema no está en quién es dueño del fierro, si no quién necesita más. Si una persona tiene $ 30 mil para aportar a su colegio y otro no, entonces ayudemos a ese otro.
Si mantienen los particulares subvencionados, seguirá existiendo la educación por clase social y con eso, la segregación.
Pero, ¿cuál es el problema de que existan colegios para pobres, clase media y ricos? No es problema cuando ese niño pobre tuvo tan buena educación que logró ser puntaje nacional. Para mí la segregación no pasa por ahí, pasa cuando tres niños no manejan el mismo nivel de conocimientos, porque la calidad de la educación que recibieron fue diferenciada. Por eso yo creo que la inversión tiene que ser hacia la educación pública, para que todos, sin importar la clase social, tengan el mismo punto de partida. Para que cuando un niño de Cerro Navia se junte con uno de Las Condes, llegue al mismo resultado en un ejercicio de matemáticas.
Pero en la educación particular subvencionada también hay problemas…
Tenemos que mejorar. Una deuda pendiente es subir los sueldos de los profesores y si se aumentan los recursos en educación, creo que debería existir una subvención exclusiva para eso.
¿Y en calidad? no todos los particulares subvencionados destacan por sus buenos resultados.
En nuestro caso estamos sobre el promedio Simce de nuestro grupo, pero para allá es que nos toca avanzar. De todas formas, tenemos facilidad para adaptarnos a los cambios de nuestro ambiente, porque somos autónomos y nos saltamos todo el trámite burocrático. Y si ahora nos concentramos en mejorar la calidad, lo vamos a lograr más rápido que el Estado.
¿Tuvo que detener proyectos por el anuncio de la reforma?
Teníamos cinco proyectos para desarrollar, dentro y fuera de Santiago. En Lampa y Colina hay una necesidad brutal de colegios. En sectores de Puente Alto, como por el cerro La Ballena, hay niños que pasan hora y media en el furgón para llegar a clases. Y esos sectores van a pasar un rato largo sin colegios. La pregunta es, si el Estado se hace cargo, ¿esos niños van a tener que esperar 12 años para que otro gobierno piense o tenga recursos para invertir en ellos?
Vía La Tercera