Un anónimo vio en Facebook la denuncia y fue a suministrarle suero a su casa, debido a que no puede comer ni beber a causa de su cáncer.
El pasado sábado, Yarenla Vargas denunció por Facebook que estuvo dos horas en el Hospital del Carmen esperando que le inyecten suero a su esposo, quien padece un cáncer terminal al estómago que le impide comer y beber agua. Tras mantenerlo en la sala de espera del hospital, junto a todos los pacientes, volvieron a su casa, donde una persona que vio la publicación fue a suministrarle suero. Pero esto no es lo único que reclama la vecina. En conversación con La Voz de Maipú, denunció una serie de dificultades durante el proceso de enfermedad de su esposo que demuestran las falencias del sistema de salud público de nuestro país.
Hace casi seis meses, Juan Soza recibió una noticia que le cambió la vida. A sus 41 años le diagnosticaron cáncer terminal al estómago. Apoyado por su esposa Yarenla Vargas, hicieron su ingreso a Garantías Explícitas en Salud (GES) y a las dos semanas lo llamaron desde el Hospital del Carmen. Ahí, tuvieron una cita con un cirujano. Hasta ese momento, Juan Soza todavía no sufría los síntomas de la enfermedad.
Pero luego de esa cita, el paciente comenzó con vómitos y pérdida de peso. Bajó diez kilos en una semana, lo que lo llevó a asistir al hospital para hacerse una endoscopía. El doctor le dijo que debían esperar al lunes y lo mandó a su casa. Allí comenzó a decaer aún más, por lo que su esposa Yarenla solicitó una visita de cuidados paliativos. Pero ellos le dijeron que lo único que podía hacer era pedir una ambulancia por teléfono o ir al consultorio, porque ningún doctor lo había inscrito en cuidados paliativos.
Luego de dos días internado en el hospital, un doctor les mostró los exámenes, concluyendo que Juan tenía una obstrucción en el duodeno (primera parte del intestino delgado). De esa manera, lo enviaron a su casa con medicamentos orales e instrucción de suministrarle comida blanda, la que no podía tragar debido a su obstrucción.
Luego, en la siguiente cita con el doctor, Yarenla le preguntó: «¿por qué lo enviaron a la casa sabiendo que no se podía alimentar? La respuesta fue que a mi esposo no le habían dicho eso. ¡Pero por favor! Que pregunten. Eran tan pocas las fuerzas de mi esposo que no podía ni hablar. Además, jamás me llamaron para preguntarme cómo estaba».
«Al final me dijeron que lo iban a operar, pero no aún, y que yo iba a tener que encontrar una persona que lo fuera a atender y alimentar a mi casa», dice Yarenla.
Llegó el día lunes y a primera hora la pareja estuvo en el Hospital del Carmen para la operación. Durante todo el día, le suministraron solo una bolsa de suero. Cuando Yarenla se fue, le dijo a la enfermera que por favor no se olvidara de suministrarle suero a su esposo, pues él no podía comer ni beber agua.
«Al día siguiente mi esposo me cuenta que no le pusieron suero hasta la mañana, junto con el cambio de turno», cuenta.
Luego de la operación Juan comenzó a recuperarse. Pero hace aproximadamente un mes, según Yarenla, su esposo decayó otra vez. «Nuevamente comenzó con vómitos. La oncóloga de Oncovida, institución que presta servicios al hospital, le dijo que ya estaba rechazando la comida. ¡Pero nadie nos dice cómo será todo este proceso, ni qué hacer en casos de urgencia!», reclama.
2 horas sin atención médica
El sábado Yarenla y Juan fueron al hospital con su hijo menor, que tiene dos años. Yarenla llevaba a su hijo porque sufrió un pequeño corte en la cabeza. «A mi bebé lo atendieron por urgencia pediátrica. Cuando terminamos, me dirigí a urgencias de adultos y ahí estaba mi esposo, sin atención, tirado en el suelo», lamenta.
Luego de dos horas esperando sin atención, los tres se devolvieron a su casa en El Abrazo. Fue cuando Yarenla decidió hacer la denuncia en Facebook. Gracias a la publicación, un grupo de vecinos han comenzado a apoyarla.
El asunto es que en el sistema de salud público, para que una persona sea atendida de urgencia de manera inmediata, requiere estar con riesgo vital. Es el caso, por ejemplo, de los infartos, heridas de bala o cortopunzantes y, en general, cualquier afección que mantenga al paciente en un estado crítico. Si un paciente requiere suero porque no ha podido comer ni beber agua durante días, pero tiene signos vitales íntegros, es común que deba esperar largas horas.
«Ahora estoy bien, gracias a Dios y a las personas que me ayudaron», comenta Yarenla, quien agrega que espera que nadie más deba pasar por situaciones de este tipo. «Creo que las personas, aunque estén en sus últimos días de vida, deben ser atendidas en sus casas por profesionales para no tener que exponerse a otras enfermedades, como el Covid-19. Esto es indigno para los pacientes del sistema Fonasa, quienes pagamos por ese servicio todos los meses», cierra Yarenla.
La Voz de Maipú se contactó con el Hospital del Carmen para tener su versión sobre el caso de Juan Soza. Desde el hospital, declinaron conversar acerca de este tema.